Seguimos buscando más evidencias y más aproximaciones al tema vinculado con las implicancias y el impacto de las TIC en las prácticas pedagógicas, después de algunos años en los que se ha intentado aplicar innovaciones para la mejora de los procesos de enseñar y aprender, dentro de políticas públicas y programas específicos para gran parte de los niveles educativos.
Los estudios realizados dan cuenta de distintas facetas y factores que atraviesan las complejas realidades socio-educativas y entre ellos nos interesa comentar el contenido de un documento titulado: Tecnología y
escuela: lo que funciona y por qué, elaborado por Francesc Pedró, jefe de la
Oficina Pública de Política Sectorial y TIC en Educación de la UNESCO.
En este caso el autor abre una mirada más que interesante sobre uno de los actores del proceso educativo y se pregunta por qué los alumnos rechazan la escolarización de la tecnología. A modo de apertura al debate, presentamos un fragmento de su trabajo (2011):
"¿Cómo se puede explicar el
rechazo de los alumnos a innovaciones educativas que tienen un elevado
componente tecnológico? A pesar de que la literatura evangelista lleva años
sugiriendo que los alumnos son potenciales agentes de cambio en todo aquello
que tiene que ver con la tecnología educativa, las investigaciones empíricas demuestran,
en realidad, que existe una cierta reluctancia por su parte hacia la llamada «escolarización
de la tecnología» (Cérisier y Popuri, 2011), lo cual no deja de ser sorprendente
en personas que difícilmente sabrían continuar con su estilo de vida si no estuvieran
permanentemente conectadas gracias a la tecnología. Así, por ejemplo, uno de los estudios europeos
más recientes muestra que sólo un 40% de los alumnos de enseñanza secundaria
franceses desearía ver una mayor adopción de la tecnología en las aulas,
mientras que el resto se muestra indiferente (Cérisier y Popuri, 2011). ¿Cómo
puede ser, entonces, que los adolescentes en particular, que son tan dependientes
de la tecnología para su vida cotidiana fuera de las aulas, sean reacios a la
introducción de la misma dentro de las aulas?
El rechazo de los alumnos
de enseñanza secundaria y superior a la escolarización de la tecnología se
explica fundamentalmente por cuatro razones. La primera de ellas tiene que ver
con la relevancia de los usos para los que, al parecer mayoritariamente, se les
proponen soluciones tecnológicas: los alumnos vienen a decir que semejantes
soluciones son irrelevantes con respecto a las prácticas que conocen. Además, y
esta es la segunda razón, se añade a eso el factor de esfuerzo adicional
generalmente requerido por cualquier innovación en el aula. En definitiva, se
les pide mayor esfuerzo para una ganancia que no se les antoja suficientemente clara. En
tercer lugar, a medida que los alumnos crecen, sus expectativas acerca de lo
que es una enseñanza de calidad se van volviendo,
paradójicamente, más conservadoras y favorables a aquello que ya conocen, a las
metodologías a las que se han acostumbrado durante todas las etapas
precedentes.
Finalmente, se da también
en este rechazo un importante elemento de defensa
contra lo que enjuician
que es una injerencia adulta en un espacio que estiman privado.
Esta idea de privacidad,
que es tan importante en la adolescencia, puede tomar la forma de un espacio
exclusivo que la tecnología les permite construir con sus iguales para relacionarse
con ellos manteniendo alejados a los docentes y a los padres".
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