Hay libros que leemos temprano en la vida, que se hunden en nuestra conciencia y parecen desaparecer sin dejar huella. Y entonces un día encontramos, en algunos el resumen de nuestra vida y la experiencia nos dice que su influencia ha sido enorme. Anaïs Nin
Un espacio abierto para compartir ideas y reflexiones sobre cuestiones educativas de nuestro tiempo. “Quien volviendo a hacer el camino viejo aprende el nuevo, puede considerarse un maestro". Confucio
21 febrero 2021
04 febrero 2021
¿Dónde ocurre la educación?
¿Qué, cuánto y cómo aprenden los/as niños/as, adolescentes y jóvenes en la vida cotidiana en los espacios públicos, en los entornos socio-culturales, en los medios de comunicación y en las redes sociales digitales? ¿Cómo se entrecruzan los conocimientos, habilidades y saberes adquiridos en la escuela y en el ámbito extraescolar? ¿La institución educativa tiende puentes para re-significar, fundamentar y articular ese conjuntos de experiencias que conforman un capital cultural? ¿Se alientan los diálogos e interacciones entre ambas facetas de la realidad?
En este contexto Henry Giroux, enmarcado en la pedagogía crítica, expresa que la educación no solo ocurre en las escuelas. Hay multitud de instituciones, desde los medios de comunicación hasta los nuevos espacios digitales, que forman parte de la llamada pedagogía pública y resultan primordiales para expandir y permitir la voluntad cívica y política o para acallarla.
Claudio Gallina |
Para Giroux, la pedagogía crítica es mucho más que la transmisión de
conocimientos. No se limita a comunicar técnicas y
metodologías, sino que se centra en comprender qué ocurre realmente en el aula
y en otros espacios sociales y culturales, activando debates sobre cuál es la relación
entre el aprendizaje y el cambio social, qué conocimiento tiene más valor o qué
significa conocer algo. El eje central está en la reflexión crítica de lo que se aprende, su relación con los hechos de la realidad y su compromiso con los valores de la democracia, la identidad y la justicia.
“Si aceptamos que los niños y jóvenes forman su capital cultural también fuera de la escuela, y aun en espacios propios, relativamente autónomos, la escuela no puede ya concebirse como único lugar legítimo para transmitir un capital simbólico preestablecido. Debe ser, más bien, un lugar de intersección entre los diversos caudales de saberes, experiencias y modos de adquirirlas que se hallan en las bibliotecas, en Internet, en los centros comerciales, en las pantallas espectaculares y domésticas. Los docentes necesitan ser, más que transmisores de conocimientos, según la expresión de Henry Giroux, “cruzadores de fronteras” (Giroux, 1997).