La fantasía y la imaginación son esenciales y sumamente relevantes para la vida humana desde la infancia, y la educación debe promover su desarrollo en los juegos, expresiones artísticas y prácticas de lenguaje, a través de la incorporación y recreación de canciones y obras literarias así como de la apertura de espacios que fomenten la fantasía de cada niño/a.
Compartimos un pensamiento de John Howe, ilustrador de numerosas
obras de J. R. R. Tolkien, quien así se refiere a la fantasía:
“La fantasía depende en gran parte de la suspensión de la incredulidad, de la disposición del espectador o el lector a dejar el escepticismo y la razón en la puerta y permitir que una historia, o un mundo paralelo, los barran. La ilustración debe lograr la misma función: invitar al público a imaginar lo que está más allá de los bordes de la página, más allá de la niebla del fondo. También me encanta representar, además de la narración explícita en cualquier imagen, la implícita: la historia que condujo a ese punto y los acontecimientos que están esperando. La combinación de eso con las exigencias puramente pictóricas permite muchos niveles de lectura y densidad en cualquier ilustración”.