27 junio 2008

¿Comunicación sin barreras?











A partir del relato de la presentación surgió un interesante comentario de Graciela acerca de la importancia de la comunicación "cara a cara" - en tiempo y espacio- en el campo de la educación.


El tema sugiere un debate sobre las posibilidades, los más y los menos, de la comunicación a través de las TIC, dentro del cual se instalan cuestiones de este tipo: ¿Los diálogos e intercambios telemáticos tienden a acrecentar los contactos entre personas y grupos con la amenaza de perder intersubjetividad? ¿Se pierde o se dispersa el significado y la riqueza de matices y tonos del lenguaje no verbal? ¿Qué tipo de vínculos se están configurando con los nuevos recursos? ¿Qué nuevas formas de socialización se están generando hoy en la cultura digital?


Sin lugar a dudas en esta problemática de nuestro tiempo están implicadas múltiples y complejas variables y condiciones socioculturales, políticas, económicas y científico-tecnológicas, por lo cual vamos a desestimar caer en determinismos tecnológicos que atribuyen la pérdida de subjetividad y de hondura comunicativa al mero uso de las nuevas herramientas.


Entre los axiomas de Paul Watzlawick ("Teoría de la comunicación humana") recordamos aquel que expresa que nos comunicamos en forma analógica y digital, abarcando en la primera todos los mensajes de tipo no verbal que sustentan y caracterizan en gran medida los intercambios e interacciones entre personas: los gestos, ademanes, gritos, sonrisas y llantos, movimientos corporales, tonos de voz...


Son códigos de comunicación que seguramente prevalecieron en las primitivas civilizaciones. Desde esa línea retomamos el estupendo texto de Eduardo Galeano que en una lograda metáfora recrea el origen y desarrollo de nuestra especie a través del lenguaje en sus diferentes vertientes:



Palabras, de Eduardo Galeano


Hace unos 15 millones de años, según dicen los entendidos, un huevo incandescente estalló en medio de la nada y dio nacimiento a los cielos y a las estrellas y a los mundos.

Hace unos 4 mil o 4 mil 500 millones de años, años más años menos, la primera célula bebió el caldo del mar, y le gustó, y se duplicó para tener a quien convidar el trago.

Hace unos dos millones de años, la mujer y el hombre, casi monos, se irguieron sobre sus patas y alzaron los brazos y se entraron, y por primera vez tuvieron la alegría y el pánico de verse, cara a cara, mientras estaban en eso.

Hace unos 450 mil años, la mujer y el hombre frotaron dos piedras y encendieron el primer fuego, que los ayudó a defenderse del invierno.

Hace unos 300 mil años, la mujer y el hombre se dijeron las primeras palabras y creyeron que podían entenderse.

Y en eso estamos, todavía: queriendo ser dos, muertos de miedo, muertos de frío, buscando palabras....


Instalados en el tema de los aprendizajes que se sustentan en el uso de las TIC, una pregunta que surge es qué aspectos de la comunicación se pierden cuando no tenemos registro vívido de los sentimientos, pensamientos, cavilaciones, emociones del otro porque solamente nos llega su palabra escrita, su voz o su imagen a través de la cámara digital. Un correo electrónico, un foro, una videoconferencia o un blog son vías eficaces pero quizás insuficientes para lograr capturar y comunicar las situaciones emocionales, motivacionales y cognitivas de los actores.


Y aunque tengamos un formidable universo de palabras en nuestro idioma, nos faltan palabras para expresar situaciones anudadas por fuertes y dispares sentimientos y emociones que nos pasan en la vida. Así lo dice el poeta argentino Roberto Juárroz:


No tenemos un lenguaje para los finales,

para la caída del amor,

para los concentrados laberintos de la agonía,

para el amordazado escándalo

de los hundimientos irrevocables...



Otra pregunta relevante que nos planteamos es: ¿El diálogo y la conversación “cara a cara” entre profesor y estudiantes, y estudiantes entre sí, son imprescindibles tanto para la socialización de chicos en el nivel primario, como para lograr el intercambio sociocognitivo e intersubjetivo de alumnos de otros niveles educativos?


Si entendemos que el enseñar y el aprender son procesos sociales y seguimos los estudios de autores como Lemke (1997), Mercer y Coll (1994), que sostienen que el lenguaje es un instrumento mediador de los aprendizajes que posibilita que el estudiante transite y avance desde un lenguaje cotidiano y coloquial a uno de carácter científico: ¿Es posible registrar y valorar en todos sus alcances ese proceso de construcción utilizando básicamente tecnologías de la comunicación?


¿Podemos prescindir total o parcialmente de los encuentros entre profesores y estudiantes, y estudiantes entre sí, para aprender y enseñar ciencias y todo tipo de contenidos?

¿Cómo podemos favorecer y consolidar el aprendizaje del hablar científico si no es en contextos de debate, discusión e intercambio entre pares y especialistas?

¿Existen formas convalidadas de reemplazo de la interacción discursiva científica propia del aula, dentro de la cual reconocemos que el profesor ejerce un rol mediador decisivo para alentar y generar debates, narraciones, argumentaciones con el uso apropiado del lenguaje científico?


¿Qué estudios hoy avalan la sustitución pertinente y significativa de la interacción presencial por otra sustentada en las TIC?

Desde una perspectiva constructivista, Pozo Municio ("Aprendices y maestros") señala que: "El aprendizaje como práctica cultural se produce en contextos de interacción, cuyas características afectan seriamente la eficacia de los resultados obtenidos.”..."esos procesos de interacción social deben considerarse más como condiciones, necesarias o facilitadoras, del aprendizaje que como motores del mismo..."

En esos contextos de interacción y de intercambio cada sujeto necesita del otro para expresar, re-elaborar y consolidar los significados alcanzados con su esfuerzo personal y para participar de los debates donde la divergencia de pensamientos y experiencias suscitan conflictos sociocognitivos interesantes para la resolución.


El ancho mundo de las TIC ya entró en el campo educativo y el tema es cómo recuperar miradas, gestos y palabras que hablen de nosotros.


Las caricias de los sueños

que son prodigio y encanto

adolecen de un defecto

no tienen tacto.

Como aventura y enigma

la caricia empieza antes

de convertirse en caricia.


Mario Benedetti









20 junio 2008

Un relato y una presentación

Hoy la red me posibilita crear Relatos de la educación cotidiana, un espacio de comunicación que busca compartir e intercambiar ideas, sentimientos, problemas y preguntas sobre la cuestión educativa contemporánea.

Lo imagino como un lugar para narrar situaciones, resignificar textos de distintos autores, compartir sueños y experiencias, debatir y reflexionar sobre el sentido, las prácticas y las transformaciones de la educación bajo la influencia de la cultura digital.


Alfabetización, mural de Diego Rivera

Sin embargo, más que instalarnos puntualmente en el uso de determinadas tecnologías de la información y de la comunicación (TIC), la idea es acompañar el trabajo de profesores, docentes y estudiantes, en su camino de apropiación y resignificación de las herramientas en contextos significativos.
Más que hablar de un futuro indefinido, prefiero instalarme en la educación cotidiana, en los ambientes reales donde hoy docentes y profesores enseñamos y aprendemos en un proceso de ida y vuelta incesante y fructífero.

Esa realidad cotidiana la percibo y vivo atravesada por componentes muy diversos que alternadamente intentan ocupar el primer lugar de la escena: la búsqueda del conocimiento, el encuentro con el otro, el espíritu curioso, el deseo de innovar y de enseñar disfrutando, la presencia de cierto malestar sociocultural y de la incertidumbre, el peso de la inmediatez no exenta de conflictos, entre otros.
Además de mis expectativas y pasión por la comunicación educativa, este territorio se configura gracias a los muchos años de experiencia profesional y de caminos recorridos junto a tantos profesores y estudiantes: fui maestra en una escuela de un barrio periférico de Luján (provincia de Buenos Aires, Argentina), docente especializada en educación de adultos y alfabetización, profesora de Institutos de Formación Docente y actualmente profesora titular de una Universidad Nacional.
Incluyo también en esa zona, los momentos donde mis ilusiones y deseos infantiles se proyectaban “jugando a la maestra” (¿Cuántos chicos juegan hoy a ser maestros?) con mis cuatro hermanos menores que yo. Resultan imborrables esas imágenes donde aparecen en primer término, ciertas rutinas de la época, como formar fila para entrar al aula, abrir el cuaderno y escribir, usar el pizarrón para enseñar, preguntar y responder… Prácticas y ritos, algunos de los cuales se fueron diluyendo con el tiempo y fueron sustituidos por otros…

Les propongo entonces comunicarnos y compartir comentarios, opiniones y expectativas sobre el hacer educativo en la cultura digital.

El tema de hoy tiene que ver con los cambios y caminos que hoy tenemos que transitar para desempeñar bien y con amplitud nuestro rol docente en una realidad donde las tecnologías electrónicas y digitales dominan el mundo de los chicos, adolescentes y jóvenes, muchos de los cuales ya son “nativos digitales”.
Fue el experto Marc Prensky quien hacia el 2001 introdujo esta denominación de nativos digitales para designar a las generaciones que nacieron a partir de los 80 y que se caracterizan por convivir en un contexto donde las redes digitales y todos sus dispositivos y artefactos parecen ser elementos cotidianos y transparentes, además de atractivos.

Muchos de nosotros, en cambio, somos “inmigrantes digitales” -siguiendo la denominación del mismo Prensky-, situación que en sí misma no es buena ni mala, sólo refiere a que disponemos de saberes, habilidades, rutinas y subjetividades inherentes a la cultura del impreso, otra tecnología que lleva más de 400 años de vigencia indiscutida. No es cuestión de que los docentes, profesores y padres caigan en la subestimación o se acomplejen por no dominar los circuitos de internet.

Tampoco debemos oponer los conocimientos y habilidades de los nativos y de los inmigrantes digitales, haciendo simplificaciones como: “los chicos de ahora son más inteligentes”, “aprenden más rápido”, “son más creativos”, “escriben menos que antes”; o de establecer dicotomías entre unos y otros, porque tal como sucede con las corrientes de inmigrantes que se desplazan de un territorio a otro, la cultura se enriquece, se nutre y se diversifica con el aporte de las experiencias, saberes y prácticas de los distintos grupos y etnias.

Es así que los no tan jóvenes y adultos nos hemos socializado y escolarizado en una cultura donde los objetos hegemónicos y paradigmáticos han sido los libros en soporte impreso. Nada menos que desde mediados del siglo XV con el surgimiento de la tecnología de la impresión, el libro fue y sigue siendo el medio principal para trasmitir la cultura, difundir la sabiduría colectiva, acceder al conocimiento y formar a los ciudadanos y ciudadanas.
Pero desde hace años vemos que otros soportes se convierten en potentes fuentes de información de todo tipo. Asistimos al descentramiento del libro, tal como lo dice Jesús Martín-Barbero: "Descentramiento significa que el saber se sale de los libros y de la escuela, entendiendo por escuela cualquier sistema educativo desde la primaria hasta la universidad. El saber se sale ante todo del que ha sido su eje durante los últimos cinco siglos: el libro."

Y así estamos: entre el libro impreso y los textos que dominan la pantalla: los hipertextos. Un camino de aprendizaje donde se articulan y confluyen distintos objetos mediadores con sus rasgos distintivos, sus virtudes y limitaciones...

Desde ese lugar, recupero una frase de Confucio:
“Quien volviendo a hacer el camino viejo aprende el nuevo, puede considerarse un maestro.”

Desde nuestro rol docente, probablemente mientras hacemos el viejo camino enseñando con las estrategias y métodos ya aprendidos, estemos aprendiendo uno nuevo, aquel que incluye nuevos objetos culturales y tecnológicos que implican otros modos de conocer, nuevas prácticas sociales, otras formas de comunicarnos y de compartir…