25 agosto 2010

Nuestro cerebro: la gran red


Venimos expresando hace tiempo que la estructura de internet está asociada a una inmensa telaraña, una red de redes interconectadas en donde fluyen millones de datos que se crean, procesan, comparten y circulan a altísima velocidad, llegando a cualquier punto del planeta.

Pues bien, hoy gracias al crecimiento de las neurociencias tenemos más elementos que nos permiten asociar la red internet con lo que es nuestro cerebro, según la información publicada hace pocos días en el sitio de la BBC:

"El cerebro se organiza y se cablea como una gran red interconectada -similar a internet- y no como un sistema jerárquico donde se dan órdenes desde la cúpula, como se creyó por mucho tiempo, afirma una nueva investigación.
El hallazgo se produjo luego que Larry Swanson y Richard Thompson de la Universidad del Sur de California en Los Angeles, Estados Unidos, inventaran una nueva técnica para seguir la señal de pequeñas regiones del cerebro relacionadas con el estrés, la depresión o el apetito.
Los resultados de su investigación, que fueron publicados en la revista Actas de la Academia Nacional de Ciencia de EE.UU., podrían conducir a un nuevo mapa de todo el sistema nervioso".

Más información en:


Siguiendo con las analogías, cuando enseñamos ciencia lo hacemos procurando que los alumnos construyan y reestructuren las conexiones y relaciones referidas a un objeto de estudio, configurando y comprendiendo redes conceptuales cada vez más complejas y especializadas. Aprender ciencia, es, pues, desvelar y captar esas relaciones.

En ese contexto, el paradigma de la complejidad, postulado por Edgar Morin, al admitir la multidimensionalidad de la realidad, nos habilita para enseñar estimulando el desarrollo de una actitud y una actividad cognitiva orientada a la reconstrucción y comprensión de la complejidad del objeto de estudio.
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18 agosto 2010

Sabiduría de vida


Poema de Tao Te Ching

Treinta radios convergen en el centro de una rueda,
pero es su vacío lo que hace útil al carro.
Se modela la arcilla para hacer la vasija,
pero de su vacío depende el uso de la vasija.
Se abren puertas y ventanas en los muros de una casa
y es el vacío lo que permite habitarla.
En el ser centramos nuestro interés,
pero del no-ser depende su utilidad.

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06 agosto 2010

¿Tiene sentido la poesía?


La vida del hombre parece hoy más que nunca sometida al pragmatismo, al mercado y a los bienes tangibles, quedando la vertiente emocional y poética acotada a espacios reducidos y devaluados. Sin embargo se alzan voces que reivindican la dimensión poética de la vida como las del filósofo contemporáneo Edgar Morin quien es el autor de "Vivir poéticamente", un oasis para volver a la esencia de lo que somos.

La poesía no es sólo una variedad de literatura, es también un modo de vida en la participación, el amor, el fervor, la comunión, la exaltación, el rito, la fiesta, la embriaguez, la danza, el canto, que, efectivamente, transfiguran la vida prosaica hecha de tareas prácticas, utilitarias, técnicas. (...)
Fernando Pessoa decía que en cada uno de nosotros hay dos seres, el primero, el verdadero, es el de sus ilusiones, de sus sueños que nace en la infancia y prosigue toda la vida; el segundo, el falso, es el de sus apariencias, sus discursos y sus actos.
Podríamos decir de otra forma: en nosotros coexisten dos seres, el del estado prosaico y el del estado poético, esos dos seres constituyen nuestro ser, son sus dos polaridades, necesarias una para la otra: si no hubiera prosa no habría poesía, el estado poético no se manifiesta como tal sino en relación con el estado prosaico. Tenemos necesidad vital de prosa, porque las actividades prosaicas nos hacen sobrevivir. Pero muy a menudo, en el reino animal, las actividades de supervivencia (buscar comida, perseguir la presa, defenderse contra los peligros y los agresores) devoran la vida, es decir el goce.
Hoy, en la tierra, los humanos dedican la mayor parte de su vivir a sobrevivir. Tenemos que actuar para que el estado secundario llegue a primario. Hay que tratar de vivir no sólo para sobrevivir sino también para vivir. Vivir poéticamente es vivir para vivir.

Edgar Morin