21 mayo 2011

¿Estamos frente a un nuevo paradigma educativo?


Escuelita de campo, Florencio Molina Campos



La sociedad del conocimiento y la sociedad de la información subyacen en la realidad de hoy e imprimen nuevas necesidades vinculadas con el desarrollo de capacidades y competencias en los sujetos para poder actuar y comprender la complejidad del mundo. Así, los ciudadanos, los grupos y las instituciones sociales, culturales, políticas y económicas van transformándose y construyendo nuevos significados, representaciones, saberes y prácticas a partir de los cuales participan en la vida social.


¿Qué sucede dentro de las instituciones educativas? ¿Se van desdibujando los conceptos de escuela, docente y estudiante que durante años prevalecieron en las sociedades de la modernidad?


¿Se están construyendo nuevas reconfiguraciones de los roles de profesor y de alumno y de las formas de educar?


¿La educación ya no queda confinada a un espacio y a un tiempo determinado? ¿Qué otras formas de enseñar y de aprender han surgido y se han legitimado?


Inés Dussel y Luis Quevedo (2010) refiriéndose a los escenarios de hoy, sostienen: “Estamos ante un territorio inestable, enredado y muchas veces difuso, donde los conocimientos y las formas de adquisición de saberes se han descentrado y provienen de múltiples fuentes, muchas de ellas fuera del control de la escuela o la familia, todo lo cual vuelve más complejo el rol de cada uno de los actores.”





Pensando en los nuevos espacios y formas de educar, que nos remiten al papel de las TIC, Burbules y Callister expresan:


“Hay que reparar en que las nuevas tecnologías no sólo constituyen una serie de herramientas sino un entorno, un espacio cibernético, en el cual se producen interacciones humanas y se convierten en un espacio público, en este sentido existen ventajas y desventajas, en ese espacio suceden cosas, y en esos espacios surgen dos connotaciones, a) la de aquellos que conciben como canal o sistema de transmisión por el cual los docentes “proveen” información a los alumnos, y b) como territorio potencial de colaboración, un lugar en el que pueden desarrollarse actividades de enseñanza y aprendizaje.”. (Burbules y Callister, 2001)


El interrogante para el debate:


Desde el modelo endógeno que plantea Kaplún y desde una perspectiva constructivista del aprendizaje: ¿Qué intervenciones y mediaciones docentes son imprescindibles para los dos casos (a y b) que plantean Burbules y Callister?


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09 mayo 2011

Sesgos de la formación por competencias

Natalia Goncharova






Hablamos hace una semana de la tendencia mundial a sustentar el enfoque del aprendizaje de competencias o formación por competencias y reflexionamos sobre los riesgos y debilidades de encarar una educación que puede resultar reduccionista, sesgada y fragmentada al proponer una formación en tareas menores y aisladas que omite o subestima el análisis del contexto real que, por cierto, es complejo, dinámico y lleno de situaciones de incertidumbre.


¿Cuáles son esos riesgos o sesgos de la formación por competencias?
Algunos de ellos:
- Énfasis en el resultado y en el rendimiento, omitiendo valores, actitudes, pensamiento reflexivo, entre otros.
- Hegemonía de un tipo de competencias, lo que restringe y parcializa el desempeño y la actuación de los sujetos en la realidad.
- Tendencia a configurar competencias individuales en desmedro de aspectos grupales, de socialización, colaboración y cooperación.
- Confusión conceptual entre educación, capacitación y experiencia laboral.
- Dependencia a la lógica del mercado que dicta modelos reduccionistas y perentorios.



Entendemos que una formación integral, multidimensional, flexible, abierta a la realidad y a las necesidades de los sujetos y la sociedad, es el camino para favorecer el desarrollo personal y social sin reduccionismos ni condicionamientos.


Coincidimos con Monereo y Pozo (2007) cuando sostienen que es necesario formar en cuatro grandes tipos de competencias:

* para aprender y gestionar el conocimiento,

* para la formación profesional y laboral,

* para la convivencia y las relaciones personales, y

* para la autoestima y el desarrollo personal.

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