27 diciembre 2019

En tiempos de la posverdad


El concepto de posverdad (post-truth) fue acuñado en 1992 por el dramaturgo Steve Tesich en un artículo publicado en la revista The Nation en donde comentaba: “Lamento que nosotros, como pueblo libre, hayamos decidido libremente vivir en un mundo en donde reina la posverdad”.

Recordemos que el diccionario de Oxford eligió el término de “posverdad” (post-truth) como palabra del año 2016 y que la RAE la incorporó en 2017 definiéndola como “la distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en las actitudes sociales”.

Me pregunto: ¿Posverdad es un término nuevo que designa nuevos comportamientos y percepciones subjetivas, o remite a situaciones y fenómenos que siempre se manifestaron y entretejieron la comprensión del mundo, como falsedades y miradas parciales y sesgadas? ¿La posverdad implica banalización de los mensajes, apelaciones a las creencias y nociones recortadas y parciales de los hechos políticos, culturales y sociales? ¿Qué incidencia tienen las redes sociales y el mundo web en esta realidad?


Jorge Segovia (2018) en una interesante nota titulada Posverdad, medios de comunicación y conflictos de intereses, sostiene que “Nos encontramos, inmersos en la era de la posverdad, la cual, no es más que la prolongación de una larga tradición de engaños políticos, manipulación mediática y propaganda. Sin novedades, solo nuevas fórmulas de injerencia y no tan nuevas estrategias de control social, pero, con una diferencia importante, hoy en día estas nuevas fórmulas tienen un nuevo aliado: los canales digitales. Éstos, son el vehículo perfecto para la expansión de informaciones falsas, las cuales, se encuentran lejos de cualquier atisbo de ética periodística y están al servicio de determinados intereses políticos, económicos y administrativos. Sin filtros”.  

Por su parte, Fernando Trías de Bes (2017) en un artículo periodístico titulado La verdad de la posverdad (El País), resume a la posverdad como un fenómeno “en que la apariencia de los hechos es más relevante que los hechos en sí, aunque este tipo de creencias nos lleve a una falsedad. Un eufemismo moderno de la mentira de siempre. Pero la gran cuestión es: ¿por qué le damos este nuevo nombre? ¿No estaremos, valga la redundancia, ocultando que posverdad es mentira? ¿De dónde viene tal temor? ¿Qué nos preocupa o asusta?” Este autor responde estos interrogantes desde cuatro perspectivas: la tecnológica, la velocidad e inmediatez en las noticias, la pérdida de confianza en las instituciones, y el ansia por confirmar las propias creencias y sentimientos. 
Los invito a leer el análisis de Trías de Bes en el siguiente enlace: