Dice Mateu: Tecnológicamente, éste ha sido el reto principal que hemos tenido en esta etapa de no presencialidad. Parte de la tecnología que se utiliza para las pruebas tiene diez o quince años de vida y servía para las pruebas finales virtuales de los estudiantes residentes en el extranjero, pero no estaba pensada para este gran volumen de exámenes. Cada año teníamos unas 3.000 pruebas finales de estudiantes viviendo en el extranjero y ahora lo teníamos que multiplicar por diez, hasta las 30.000. El trabajo de arquitectura tecnológica pienso que ha sido magistral.
Agrega que La tecnología fue un elemento clave sin el cual no se habría podido hacer todo esto, pero también ha habido un gran trabajo por parte del profesorado, que ha tenido que cambiar el proceso de evaluación, y del equipo de Servicios académicos, que ha tenido que hacer una nueva ingeniería del proceso. Ha sido un gran reto no planificado resuelto en dos meses y medio. Y eso que hubo problemas añadidos imprevistos.
Nuestro sistema se basaba en un reconocimiento facial automático a partir de patrones biométricos que nos daba garantías que quien hacía la prueba era la persona que teníamos acreditada como estudiante. Pero las agencias de protección de datos emitieron dictámenes más restrictivos contra estos sistemas, que invalidaban nuestro sistema y nos forzaban a replantearlo para, evidentemente, cumplir con la nueva normativa y respetar los derechos y los datos de nuestros estudiantes.
Añade que la UOC aplica un sistema de control de plagio a las 30.000 pruebas finales de los cursos y cierra la entrevista diciendo que Tener el 100% de las pruebas en línea es, claramente, un paso en la dirección de futuro que teníamos que emprender, porque completa nuestro modelo de universidad digital de extremo a extremo. Hemos acelerado en tres meses lo que teníamos que hacer los próximos tres años. Hemos avanzado de manera excepcional por motivos excepcionales, pero hemos marcado nuestra línea de futuro.