21 noviembre 2022

Siempre Borges

                                                                      El enamorado                   Jorge Luis Borges

Lunas, marfiles, instrumentos, rosas,
lámparas y la línea de Durero,
las nueve cifras y el cambiante cero,
debo fingir que existen esas cosas.

Debo fingir que en el pasado fueron
Persépolis y Roma y que una arena
sutil midió la suerte de la almena
que los siglos de hierro deshicieron.

Debo fingir las armas y la pira
de la epopeya y los pesados mares
que roen de la tierra los pilares.

Debo fingir que hay otros. Es mentira.
Sólo tú eres. Tú, mi desventura
y mi ventura, inagotable y pura.



15 noviembre 2022

El fenómeno de la inmigración, desde la mirada profunda de José Saramago

 Acerca de la inmigración en el estrecho de Gibraltar, José Saramago

Que tire la primera piedra quien nunca haya tenido manchas de emigración en su árbol genealógico... Así como en la fábula del lobo malo que acusaba al inocente cordero de enturbiar el agua del arroyo de donde ambos bebían, si tú no emigraste, emigró tu padre, y si tu padre no necesitó mudar de sitio fue porque tu abuelo, antes, no tuvo otro remedio que ir, cargando la vida sobre la espalda, en busca de la comida que su propia tierra le negaba. Muchos portugueses (¿y cuántos españoles?) murieron ahogados en el río Bidasoa cuando, noche oscura, intentaban alcanzar a nado la otra orilla, donde se decía que el paraíso de Francia comenzaba. Centenas de millares de portugueses (¿y cuántos españoles?) tuvieron que adentrarse en la llamada culta y civilizada Europa de allá de los Pirineos, en condiciones de trabajo infame y salarios indignos. Los que consiguieron soportar las violencias de siempre y las nuevas privaciones, los supervivientes, desorientados en medio de sociedades que los despreciaban y humillaban, perdidos en idiomas que no podían entender, fueron poco a poco construyendo, con renuncias y sacrificios casi heroicos, moneda a moneda, céntimo a céntimo, el futuro de sus descendientes. Algunos de esos hombres, algunas de esas mujeres no perdieron ni quisieron perder la memoria del tiempo en que padecieron todos los vejámenes del trabajo mal pagado y todas las amarguras del aislamiento social. Gracias sinceras les sean dadas por haber sido capaces de preservar el respeto que debían a su pasado. Otros muchos, la mayoría, cortaron los puentes que los unían a aquellas horas sombrías, se avergonzaron de haber sido ignorantes, pobres, a veces miserables, se comportaron como si la vida decente, para ellos, sólo hubiera comenzado verdaderamente y por fin el día felicísimo en que pudieron comprar su propio automóvil. Esos son los que estarán siempre dispuestos a tratar con idéntica crueldad e idéntico desprecio a los emigrantes que atraviesan ese otro Bidasoa más largo y más hondo que es el Estrecho de Gibraltar, donde los ahogados abundan y sirven de pasto a los peces, si la marea y el viento no prefirieron empujarlos a la playa, hasta que la guardia civil aparezca y se los lleve. A los supervivientes de los nuevos naufragios, a los que pusieron pie en tierra y no fueron expulsados, les espera el eterno calvario de la explotación, de la intolerancia, del racismo, del odio a la piel, de la sospecha, del envilecimiento moral. Aquel que antes fue explotado y perdió la memoria de haberlo sido, acabará explotando a otro. Aquel que antes fue despreciado y finge haberlo olvidado, refinará su propia capacidad de despreciar. Aquel a quien ayer humillaron, humillará hoy con más rencor. Y helos aquí, todos juntos, tirándole piedras a quien llega hasta esta orilla del Bidasoa, como si ellos nunca hubieran emigrado, o los padres, o los abuelos, como si nunca hubieran sufrido de hambre y desesperación, de angustia y de miedo. En verdad, en verdad os digo, hay ciertas maneras de ser feliz que son simplemente odiosas.

José Saramago, Premio Nobel de Literatura 1998




08 noviembre 2022

La generación Z en las aulas: desafíos y perspectivas

En la cibercultura y la sociedad digital la generación Z o Centennials, nacidos a partir de 1995, están a tope: son los chicos y chicas 100% nativos digitales, inmersos en Internet y redes sociales, rodeados de pantallas, diestros en multitareas, innovadores y creativos… ¡Y también constituyen un enorme desafío para el sistema educativo! ¿Cómo conjugar esos rasgos de la Gen Z con los fines, objetivos, arquitecturas y formatos de la educación? ¿Estamos entusiasmados, comprometidos y preparados para un cambio sustantivo en las formas de enseñar y de aprender, y en las innovaciones didácticas para acompañar la formación en las capacidades y competencias fundamentales para la sociedad actual y del futuro? 


En el marco de este debate, resulta interesante conocer diferentes experiencias de investigación e innovación en el ámbito de las ciencias de la educación llevadas a cabo por diferentes expertos en la materia procedentes de diferentes instituciones españolas y extranjeras. En esa línea se ubica el libro Educar y formar a la generación Z: experiencias derivadas de la investigación (Octaedro, 2021) que recopila, en sus diferentes capítulos, una muestra de las investigaciones más actuales en educación en diferentes campos del conocimiento; líneas de investigación que están siendo promovidas por investigadores de múltiples instituciones de carácter nacional e internacional en la actualidad para responder a las demandas existentes en el panorama educativo.

Tal como se plantea en la Introducción, este libro abona “el objetivo 4 de la agenda 2030 para conseguir el desarrollo sostenible (ODS), asociado a la necesidad de promover una inmersión tecnológica en los escenarios educativos para promover procesos educativos de mayor calidad. Resulta preciso que los procesos didácticos pedagógicos se adapten al tipo de alumnado existente y a las demandas que estos exigen. De esta manera, se crearán escenarios motivadores y enriquecedores para los discentes”.