A todos nos gusta soñar, dormidos o
despiertos... Sueños que se perfilan como utopías, como ideales, otros que son
pesadillas y que olvidamos con facilidad, sueños recurrentes, sueños que nos
persiguen, sueños predictivos, sueños realizables y otros inalcanzables....
Cuando soñamos
despiertos podemos crear una historia diferente a la real y viajar por todos
los rincones de nuestro ser, buscando y construyendo los seres y las cosas que
más nos gustan. Soñar despiertos también nos moviliza para buscar metas y
proyectarnos en el tiempo y en el espacio, para transformar o modificar algo de
nuestra vida y nuestro mundo.
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La siesta y su sueño, Antonio Berni |
Refiriéndose al
poder maravilloso del sueño, el poeta alemán Hölderlin dijo:
El hombre es un dios cuando sueña y no es más que un
mendigo cuando piensa.
Mientras que Schopenhauer
expresó:
La vida y los sueños son hojas de un mismo
libro, leerlas en orden es vivir y hojearlas, es soñar.
Diferente es la
percepción del sueño que nos da Ernesto Sábato:
El sueño es otro libro, es un libro donde
impera otra lógica y donde el argumento es completamente distinto.
El escritor Edgar
Allan Poe así percibe a los sueños:
Todo lo que vemos desfilar ante nuestros
ojos, todo lo que imaginamos, no es sino un sueño dentro de otro sueño.
El gran Jorge Luis Borges también tuvo espléndidas
expresiones dedicadas a la actividad onírica, como esta poesía llamada
precisamente El sueño:
Si el sueño fuera (como dicen) una tregua, un puro reposo de
la mente, ¿por qué si te despiertan bruscamente, sientes que te han robado una
fortuna? ¿Por qué es tan triste
madrugar?
La hora nos despoja de un don inconcebible, tan íntimo que
sólo es traducible en un sopor que la
vigilia dora de sueños, que bien pueden ser reflejos truncos de los tesoros de
la sombra, de un orbe intemporal que no se nombra y que el día deforma en sus
espejos.
¿Quién serás esta noche en el oscuro sueño, del otro lado de
su muro?