28 enero 2009

El lugar del juego II


Juego de cartas, Ramiro Arrue



Hablábamos del juego en la niñez y en la adultez, y vemos que en la vida literaria el juego aparece de manera explícita o latente en la trama de las ficciones.


Encontramos expresiones claras de esta tendencia, en el escritor argentino Julio Cortázar quien nos "abrió la puerta para ir a jugar" y seguir la aventura de armar un relato imaginado por él y que cada lector podía reconstruir según su deseo e interpretación.



En "Rayuela" (publicado en 1963) Cortázar nos propuso elegir, saltar, anticipar, imaginarnos, armar y desarmar historias, activar nuestra curiosidad ...



También otro brillante escritor argentino, Jorge Luis Borges, introducía al juego en su trama literaria y se definía como un "jugador de palabras".


En un diálogo que en 1981 mantuvo Seamus Heaney (Premio Nobel de Literatura de 1995) con el autor de "El Aleph", podemos reconocer la singular mirada que tiene Borges sobre el poder lúdico de las palabras que se pueden mover y ensamblar mágicamente -a la manera de juguetes- para contar historias y para comunicar sentimientos y emociones de manera creativa:

“Sabe, cuando todavía podía ver, me encantaba escribir, cada momento, cada frase. Las palabras eran como juguetes mágicos con los que yo jugaba y movía de toda clase de formas. Desde que perdí la vista a los cincuenta años, no he podido regocijarme con la escritura con esta naturalidad. He tenido que dictarlo todo, volverme un dictador más que un jugador de palabras. Es difícil divertirse con juguetes cuando uno está ciego”.



También Jorge Luis Borges reconocía que el hecho de leer y hablar varios idiomas le permitía jugar con las palabras "como hermosos juguetes, entrar, como lo dijo Browning, en "el gran juego del lenguaje".


Sería interesante que en la escuela el aprendizaje de la lengua y de otras disciplinas se enriquezca con actividades y estrategias creativas, divertidas e innovadoras que posibiliten jugar con las palabras para producir y comunicar relatos, historias y experiencias a la vez que desplegar la imaginación y las subjetividades de los alumnos.
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16 enero 2009

El lugar del juego I

El gallito ciego, Antonio Berni



“El niño que no juega no es niño. El adulto que no juega perdió para siempre el niño que habita en él”. Pablo Neruda



La relación de los niños con el juego es indiscutible y necesaria, mientras que para los adultos el juego asume otros rasgos, apareciendo como una actividad esporádica, reservada para ciertos momentos, desvalorizada en muchos aspectos por el fragor de la vida de los "negocios" que subestima el tiempo del "ocio" en su acepción más plena.


La capacidad lúdica en los adultos adopta formas insospechadas, diferentes, singulares y sin darnos cuenta jugamos cuando viajamos en el tren o en el ómnibus frente a los escenarios que nos sorprenden al paso, o cuando frente a la pantalla de la PC buscamos salir de las rutinas cotidianas.



Juego senet Antiguo Egipto



Volviendo al juego en la infancia, la Convención sobre los Derechos del Niño, promovida por la UNICEF, reconoce el derecho "al descanso y al esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas" de todos los chicos.


Aunque es bueno aclarar que no se trata tan solo de dar rienda suelta al placer, la diversión, la imaginación y la fantasía de los chicos... ya que lo que está en juego es nada menos que la socialización y la representación simbólica de la realidad a través del juego simbólico.
Lo vemos en forma continua: a través del juego un chico puede transformar los objetos cotidianos y revestirlos de otras funciones gracias a su imaginación y fantasía, cuando -por ejemplo- hace de la escoba un brioso caballo, o cuando convierte a frascos y tapas de envases en una completa vajilla de cocina .
El caballito, Antonio Berni


Esta función tan importante del juego ha sido planteada por autores como Lev Vigotsky quien definió al juego como una actividad social que posibilita la interacción y la comunicación verbal y no verbal entre niños, donde ellos pueden adquirir y asumir distintos roles y papeles que se complementan y enriquecen el perfil individual.

En la educación primaria y secundaria a través del juego realizado con ciertas reglas, es posible desarrollar habilidades sociales y cooperativas, aprender a respetar convenciones grupales, postergar deseos personales, respetar a los demás y divertirse alrededor de una temática curricular o simplemente un juego creado o inventado por el grupo.
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03 enero 2009

EducArte: los mandalas







El artista ama la naturaleza y

por eso es su esclavo y su señor.

Rabindranath Tagore




¿Qué espacios reservamos en nuestra vida cotidiana y en la escuela para descubrir significados, dejar fluir nuestra imaginación, creatividad y expresión observando la naturaleza y los objetos culturales de ayer y hoy?


¿Cuánto tiempo dedicamos a la expansión de la mente y de nuestro mundo interior en una realidad externa llena de retos, demandas, preocupaciones y ocupaciones?


Me hago estas preguntas mientras disfruto del bellísimo libro de Rodolfo Román titulado "Mandalas del mundo II" donde este autor investiga los orígenes del mandala y su influencia tanto en el mundo occidental como oriental. Dice Román:

“Según la tradición del budismo tibetano, el mandala es un diagrama circular simbólico de todo el Universo. La morada de signos y símbolos para meditar. Hace referencia a un universo puro, original, primigenio. Cada mandala rebosa señales que suelen ser un reflejo del estado de la mente de uno mismo.
En sánscrito, mandala significa círculo, pero también centro. Alrededor de un punto central se dibujan formas y estampados. Y bien sean espirales o pétalos, con conjunto abren puertas al palacio del conocimiento".












Observando paisajes de la naturaleza podemos reconocer y encontrar un sinnúmero de mandalas que nos sorprenden por sus colores, formas, texturas, figuras y tamaños: desde los pétalos y estambres de las flores, pasando por los hongos y setas, los frutos cortados, los anillos de los troncos, hasta las estrellas y galaxias que conforman el universo. Sin dejar de recordar que también son mandalas los dibujos circulares simétricos que se forman cuando arrojamos una piedra al agua.





La riqueza de estas figuras nos permiten acceder a ciertas vertientes de la vida: revelan esencias de las cosas, resignifican las dimensiones de tiempo y espacio, refieren a la totalidad del Universo y manifiestan la realidad del microcosmos (células y átomos) como del macrocosmos (planetas, estrellas, galaxias).




Las distintas culturas a través del arte y de la arquitectura, se han nutrido e inspirado en esas espléndidas formas y colores que prodiga la naturaleza, han reproducido sus simetrías y las han recreado para representar sus símbolos y signos más emblemáticos y singulares. Los azulejos y cerámicos andaluces y árabes, los laberintos de antiguos palacios y jardines, los rosetones que forman las ventanas de las catedrales góticas, los calendarios de los antiguos pueblos mayas y aztecas, son ejemplos de distintos tipos de mandalas.






EducArte también es abrir las puertas del conocimiento hacia todas esas creaciones culturales que son los mandalas y reconocer los símbolos y arquetipos que reflejan el sentido y el devenir de la vida de los pueblos.

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