15 junio 2009

Vivir con utopías

Marc Chagall


¡Ay! Utopía, cabalgadura que nos vuelves gigantes en miniatura
¡Ay¡ ¡ay! Utopía dulce como el pan nuestro de cada día.
Joan Manuel Serrat


La palabra utopía tiene buena y mala prensa y es un término polisémico que lleva a discursos y debates ideológicos y políticos de amplia gama.

Empecemos por recordar el origen de esta palabra creada por Tomás Moro alrededor del año 1516, que proviene de la unión de dos voces o palabras griegas: "ou" que significa no, y "topos" que significa lugar. De lo que resulta que utopía es un lugar que no existe. Precisamente Moro en el libro homónimo relata un viaje a un lugar imaginario con formas de vida diferentes, sin conflictos, con un sistema ideal de gobierno.


Desde ese entonces la palabra utopía encierra, convoca y proyecta todo movimiento, pensamiento y deseo de realizar y alcanzar sueños de cambio, transformación y renovación social y política que necesariamente requieren de nuestro compromiso y participación activa, sin caer en las corrientes que pregonan falsas utopías que descansan en objetos ilusorios y bienes materiales que se agotan en sí mismos.


Todas las sociedades y los hombres de todas las épocas se han alimentado y se alimentan con las utopías basadas en la construcción de un mundo mejor, más justo y equitativo, sin hambre ni guerras ni intolerencias, y para hacer de este lugar un planeta más habitable y equilibrado. Así la utopía compromete nuestra imaginación, nuestras fantasías, nuestros deseos, nuestra creatividad y nuestras ganas de generar una sociedad cada vez más humana y solidaria para que todos tengan las mejores oportunidades de realizarse.


En mi caso, cada vez que se habla de utopía prefiero recostarme en el sentido y significado que le imprime Eduardo Galeano en su texto: “Ventana sobre la utopía”:

Ella está en el horizonte -dice Fernando Birri-.
Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos.
Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá.
Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré.
¿Para qué sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar.
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