23 octubre 2009

¿Y si hacemos silencio?


En esta sociedad contemporánea tan frenética por sus movimientos acelerados y sus requerimientos de diversa índole y tan compleja por la multiplicidad de facetas y dimensiones que muestra y que interpretamos, el silencio parece ser cosa del pasado o de comunidades aisladas ex profeso.
¿Cuál es nuestra relación con el silencio? ¿Nos asusta el silencio y rehuimos de él? ¿O lo buscamos para escucharnos, escuchar a los otros y ver la realidad? ¿Lo cultivamos como una herramienta que abre la mente y la explaya a nuevos territorios? ¿Qué espacio le dejamos al silencio en el diálogo?

El poeta Hamlet Lima Quintana deja la hondura de su pensamiento en "Elogio del silencio":

A veces el silencio es la palabra justa,
la que enciende las luces,
la que mejor se escucha, la que place
o se sufre cargada de milenios, la que otorga hermosura,
la flor del pensamiento.
En ese momento de la clara armonía,
de la mejor tristeza, de la entera alegría.
Es el gran fundamento que ronda a la grandeza:
tu palabra y la mía, habitan el silencio.
Por eso la palabra debe ser pronunciada,
como una ceremonia con aire de campanas,
una fiesta del alma, farol del pensamiento,
porque fue generada por el mejor silencio.

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