Me atrapa un titular de "El País" de España del 16/02/10
que dice: "Online nadie es más importante que el resto.
La reina de Jordania impulsa un concepto de educación a través del móvil".
Leyendo el artículo tomo nota de los argumentos de Rania de Jordania que fueron expuestos en la Fira de Barcelona, entre los cuales transcribo los siguientes puntos:
"Estamos usando la tecnología móvil para extender la educación. Existe mucho potencial, lo llamamos m-learning, que consiste en aprender en cualquier lugar en cualquier momento... Las lecciones se descargan en el móvil y puedes hacer tu trabajo escolar de forma virtual. No creo que reemplace al profesor ni la clase, pero tenemos 72 millones de niños que no van a la escuela en todo el mundo y la mitad de ellos viven en áreas remotas, rurales y conflictivas, y allí es donde el móvil puede resultar muy útil. Los teléfonos pueden ser una buena herramienta para cerrar la brecha".
¡Cuántas preguntas, dudas y polémicas se abren con estas ideas!!
Más allá de la impronta singular que asumen las palabras dichas en boca de una reina del siglo XXI interesada en los problemas educativos, se actualiza un debate en torno al papel efectivo y sustentable de las tecnologías como herramientas para la democratización y la inclusión educativa de millones de chicos y adolescentes que no van a la escuela.
Es que el problema de la exclusión y el fracaso educativo reconoce múltiples dimensiones que pueden explicarlo, desde la marginación histórico-social, geográfica, cultural y económica de amplios sectores de la población que están en edad escolar hasta situaciones ligadas a las subjetividades e intereses que caracterizan a los sujetos, hijos dilectos de la cultura de imágenes y habitantes nativos de la cibercultura, y que colisionan con los dispositivos y pautas organizativas de la institución escuela que poco se ha renovado.
Sin duda, todo aquello que abra nuevos caminos para el mejoramiento de la educación básica es destacable y positivo; no obstante, es necesario ser mesurados y críticos para poder entender que los problemas educativos son complejos y que su abordaje supone un conjunto sinérgico de esfuerzos, estrategias y recursos, entre los cuales la tecnología es apenas una herramienta que debe ser resignificada y ataviada de sentido pedagógico, además de ser evaluada con criterios específicos.
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