21 enero 2011

Laberintos en el camino

¿Qué te sugiere un laberinto con el cual te encuentras frente a frente?

¿Una invitación a recorrerlo? ¿Una situación que no quieres transitar? ¿Un desafío que lleva emoción, alegría, temor y curiosidad al mismo tiempo?

Sin lugar a dudas, caminar por el laberinto y encontrar la salida es un reto y una incógnita, que cada uno emprende de distinta manera.







Laberinto de Drielandenpunt





Como símbolo y como figura emblemática, el laberinto ha surgido en distintas culturas y en diferentes épocas: en Egipto, Creta, Perú, India, Sumatra, en la cultura maya. Los encontramos dibujados en tejidos y tapices, tallas de madera, piedras, pisos de iglesias, jardines de castillos y casonas...

El sentido del laberinto está ligado a la búsqueda de aquellas misiones que nos movilizan en el camino de la vida, un camino incierto, lleno de riesgos, sustentado en esperanzas y objetivos. ¿Qué encontraremos en el centro del laberinto antes de llegar a la salida? ¿Cuáles serán los obstáculos y problemas que surgirán en medio de la marcha?



Un camino que nos lleva al sentido del laberinto lo encontramos en este poema de Jorge Luis Borges:



Laberinto Jorge Luis Borges

No habrá nunca una puerta. Estás adentro
y el alcázar abarca el universo
y no tiene ni anverso ni reverso
ni externo muro ni secreto centro.

No esperes que el rigor de tu camino
que tercamente se bifurca en otro,
que tercamente se bifurca en otro,
tendrá fin. Es de hierro tu destino

como tu juez. No aguardes la embestida
del toro que es un hombre y cuya extraña
forma plural da horror a la maraña

de interminable piedra entretejida.
No existe. Nada esperes. Ni siquiera
en el negro crepúsculo la fiera.
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