La lectura no es atar un texto a un código exterior a él,
sino suspender la seguridad de todo código,
llevarlo al límite de sí mismo, y permitir su trasgresión.
Jorge Larrosa
La perspectiva que abre Jorge Larrosa en esa frase nos remite al concepto de la lectura como formación y como actividad que involucra la subjetividad del lector y el sentido que él atribuye al texto según su contexto histórico-social, sus valores, creencias, representaciones y percepciones. Se abre entonces la posibilidad de un nuevo texto o de un mundo inédito de significados que son territorio propio y único del sujeto que lo construye. Desde ese plano, nos estamos refiriendo al lector como copartícipe del proceso de creación del texto.
Desde una mirada amplia y abarcadora se puede decir que la lectura implica al menos dos dimensiones que operan conjuntamente: es una actividad que forma, de-forma y transforma al sujeto implicado y, también, es una actividad que posibilita acceder a determinada información y así ser el puente para la construcción de nuevos conocimientos o para la revisión del bagaje que posee el sujeto lector.
¿Cuántos sentidos e interpretaciones se han realizado de obras de la literatura universal de todos los tiempos? ¿Cuántas recreaciones subjetivas se han tejido a partir de las mil y una lecturas de un texto?
¿Qué amplitud de aportes cognitivos ofrece un texto informativo? ¿Qué posibilidades cognitivas surgen de un texto cuando distintos lectores se conectan con su contenido?
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