Educación permanente y TIC: versión siglo XXI

Resulta llamativo el movimiento que hoy retoma los conceptos de educación permanente y el aprendizaje para toda la vida, fundamentados en la disponibilidad de las tecnologías digitales y de la cultura de la convergencia que fusiona el uso de dispositivos como celulares inteligentes, notebooks, netbooks, tabletas, etc.

Las ideas de educación permanente y del aprender a aprender emergieron allá en la década de los 70 de la mano de documentos de organismos internacionales y de libros que marcaron una época. El más emblemático fue "Aprender a ser" de Edgar Faure (en colaboración), editado por la UNESCO en 1973, en donde se hablaba de la educación del futuro vinculada con los avances científicos y tecnológicos que proyectaban otras estrategias, recursos y vías para la educación formal y no formal destinadas a todos, durante toda la vida.


Hoy a casi 40 años de esa obra que imaginó la educación más allá de las aulas, otros autores están revalorizando la educación continua, no formal e informal, basándose en las transformaciones que devienen del uso de las tecnologías y que afectan los modos de crear y distribuir conocimientos, de aprender y de comunicarse.

"Repensando la educación en la era de la tecnología", es uno de esos libros en el que sus autores, Collins y Alverson, sostienen que las tecnologías están creando oportunidades de aprendizaje que desafían la educación que brindan colegios y universidades. Precisamente estos especialistas reconocen que ya hemos ingresado en una era de aprendizaje a lo largo de la vida en la que, con la ayuda de las tecnologías, tendemos a aprender en escenarios externos a la escuela y a nuestro propio ritmo, decidiendo qué, cuándo, dónde y cómo queremos aprender.


¿Estamos entonces situados en esa "educación del futuro" que proyectaba Edgar Faure en los 70? ¿Es la realización de una utopía o el determinismo de la tecnología que se instala de modo invasivo en la vida de los ciudadanos de la cibercultura?


¿Qué factores humanos, culturales, sociales, políticos, éticos y económicos deben considerarse para que el uso de las tecnologías contribuyan al aprender a ser, aprender a aprender, aprender a convivir y aprender a hacer, y que todo sea un puente para construir una sociedad más igualitaria, emancipada, solidaria y libre?

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Modos de leer y escribir en la cibercultura

El modo de leer está en tránsito por el cambio de soportes (de lo impreso a lo digital, de lo lineal a lo hipertextual) y por añadidura, hoy tiene una fuerte competencia que reside en el impacto de las imágenes y pantallas que se propagan espectacularmente.
Pero esa transformación también atraviesa los modos de escritura. Al respecto encuentro una buena reflexión de Michel de Certeau (1990), historiador y filósofo francés, quien ya había planteado el lugar de la escritura y de la lectura en otro escenario:
 
“La escritura acumula, almacena, resiste al tiempo mediante el establecimiento de un lugar y multiplica su producción por el expansionismo de la reproducción. La lectura no se garantiza contra el desgaste del tiempo (se olvida y se la olvida), no conserva la experiencia lograda (o lo hace mal), y cada uno de los lugares por donde pasa es una repetición del paraíso perdido.” 

Uno de los interrogantes que surge es ¿qué pasa con la escritura que hacemos en el soporte electrónico, en el ciberespacio, en los entornos virtuales? ¿Se ha modificado su durabilidad, estabilidad y permanencia?
¿Se ha unido al carácter efímero del proceso de lectura?


Agrega Certau que no sólo lo efímero es el rasgo de la lectura, también lo es la pluralidad de sentidos, la invención, la interpretación en un contexto, la relación del texto con uno mismo y con los demás...

En el ámbito educativo, el desafío es trabajar para desarrollar competencias lectoras y de escritura que aborden los sentidos del mundo, que expresen la pluralidad de voces y la diversidad de bienes culturales, a pesar de que en la cibercultura la tendencia es lo efímero, lo breve, lo icónico, lo inmediato.

Charles Demuth

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