Desde que se inició el desarrollo de la informática, las aplicaciones surgieron para resolver distintos problemas a través de programas específicos como correo electrónico, navegadores, procesadores de texto, blogs. Hoy vivimos rodeados de aplicaciones móviles (APP) que, desde el teléfono inteligente, tableta u otro dispositivo, nos permiten acceder a información específica, comunicarnos y realizar distintas actividades ligadas a nuestra vida cotidiana, laboral, social, política y económica. Algunas son gratuitas y otras son de pago.
Sabemos que el repertorio de APP repercute de modo especial en los adolescentes y jóvenes que viven inmersos en la cultura digital y desde ese lugar Howard Gardner y Katie Davis han realizado investigaciones sobre el uso y el impacto de las APP cuyos resultados se expresan en el libro La generación APP (Paidós, 2014).
Estos autores analizan el potencial de las APP, definen qué significa ser "app dependiente" frente a ser "app competente" y exploran cómo la vida de esa generación difiere de la vida anterior a la era digital. Abordan tres
áreas cruciales de la vida de los adolescentes, como son la identidad, la
intimidad y la imaginación, y ponen en debate los inconvenientes de las aplicaciones, que difuminan el sentimiento
de identidad, fomentan las relaciones superficiales con los demás y entorpecen
la imaginación creativa. También hay lugar para reconocer beneficios y aspectos positivos inherentes al uso de las APP, como fomentar un fuerte sentimiento de
identidad, propiciar las relaciones profundas y estimular la creatividad.
¿Será posible que en el breve plazo la educación obligatoria conceda y organice espacios y recursos para promover la creación de APP sencillas que puedan ser aplicadas en el ámbito escolar?