En los relatos y discursos cotidianos del ámbito educativo vemos que se utilizan
y se articulan de manera indistinta algunos conceptos sustantivos que los
filósofos y educadores se ocupan de diferenciar buscando esclarecer la esencia y fundamento de cada uno de ellos.
Eso sucede
cuando hablamos de formación y de enseñanza, términos que no son precisamente análogos y que Michel
Bernard aborda en su libro “Formación, distancias y tecnología” (Pomares, 2006).
Este profesor francés nos invita a profundizar en el concepto de formación y
para ello revisa los aportes de Michel
Fabre, Marcel Lesne, Bernard Honoré y Jacques Ardoino con el propósito de comprender a
la persona en su totalidad lo cual supone considerar su dimensión existencial,
relacional-social, ética-axiológica.
Para Bernard la formación implica una visión –una noción de
futuro enraizada en el sentido de la propia existencia–, y una misión, la de
“producir la propia formación, pero en relación y cooperación con el otro”
(ob. cit., pág. 33), y con ello enfatiza el carácter relacional de la misma.
Diferencia la formación de la enseñanza, señalando que la
formación es (o debería ser) la acción, el arte y la ciencia de crear
condiciones y procedimientos para ayudar a “poner en forma” o trabajar la “forma”,
es decir, para contribuir a que otro vaya formando su ser en proceso de
desarrollo, aprovechando sus múltiples atributos (ob. cit., pág. 41).
Para Bernard, la enseñanza refiere a la transmisión
de saberes a los aprendices, mientras que la formación supone crear condiciones y procesos para la construcción, la apropiación, la utilización y la creación de
conocimientos.
En esa línea, este autor destaca la importancia que adquiere la formación para generar y promover la autonomía, de manera que sea la propia persona en formación
quien termine por conducir su propio proceso. Afirma: “Producir la propia
formación es construir el propio camino y ser capaz de dirigirse a sí mismo,
siempre en relación con otros” (ob. cit., pág. 107).
Desde esa perspectiva y posicionados en el campo de la educación a distancia, resulta fundamental entender que cuando diseñamos e implementamos acciones en línea o virtuales, la variable “distancia”
más que un obstáculo para la formación es una oportunidad para que el estudiante construya su
propio camino, siempre en relación con pares y profesores.