El debate sobre la relación entre pedagogía-enseñanza-tecnología es una cita ineludible y necesaria para quienes estamos involucrados en las acciones educativas que hoy se apoyan en las TIC y en la web 2.0.
Si bien la discusión sobre el tema acompañó siempre el ingreso de alguna nueva tecnología o medio en la institución educativa, resulta fundamental retomar los principios que deben guiar su incorporación y re-significar el papel del docente y del estudiante en esos contextos, dado que circulan discursos y representaciones excesivamente optimistas o de lógica lineal acerca de las mejoras que entrañan las tecnologías por su sola presencia en el enseñar y el aprender.
Desde una perspectiva pedagógica crítica, consideramos que la tecnología hardware y software no es la que proporciona el potencial de mejora del proceso educativo, sino la acción pedagógica que se haga en torno a ella, en donde el profesor juega un rol preponderante cuando planifica, organiza y ajusta las secuencias didácticas en un contexto particular.
A propósito de la relación enseñanza y tecnología y los modos en que los docentes se posicionan frente a esos recursos, resulta interesante el análisis que plantea Carl Mitcham (1989) en “Tres formas de ser con la tecnología” al exponer las tres actitudes históricas del hombre frente a la tecnología: el escepticismo antiguo que sospecha de cualquier tipo de tecnología, el optimismo ilustrado que promociona a la tecnología como el mejor medio para alcanzar el conocimiento y el progreso, y el desasosiego romántico que muestra una actitud ambigua ya que, por un lado, reconoce el valor de la creatividad humana y, por otro, admite el debilitamiento de los lazos afectivos sociales.
Si bien la discusión sobre el tema acompañó siempre el ingreso de alguna nueva tecnología o medio en la institución educativa, resulta fundamental retomar los principios que deben guiar su incorporación y re-significar el papel del docente y del estudiante en esos contextos, dado que circulan discursos y representaciones excesivamente optimistas o de lógica lineal acerca de las mejoras que entrañan las tecnologías por su sola presencia en el enseñar y el aprender.
Desde una perspectiva pedagógica crítica, consideramos que la tecnología hardware y software no es la que proporciona el potencial de mejora del proceso educativo, sino la acción pedagógica que se haga en torno a ella, en donde el profesor juega un rol preponderante cuando planifica, organiza y ajusta las secuencias didácticas en un contexto particular.
A propósito de la relación enseñanza y tecnología y los modos en que los docentes se posicionan frente a esos recursos, resulta interesante el análisis que plantea Carl Mitcham (1989) en “Tres formas de ser con la tecnología” al exponer las tres actitudes históricas del hombre frente a la tecnología: el escepticismo antiguo que sospecha de cualquier tipo de tecnología, el optimismo ilustrado que promociona a la tecnología como el mejor medio para alcanzar el conocimiento y el progreso, y el desasosiego romántico que muestra una actitud ambigua ya que, por un lado, reconoce el valor de la creatividad humana y, por otro, admite el debilitamiento de los lazos afectivos sociales.
Más allá de este esquema interpretativo de Mitcham que analiza la relación histórica entre el hombre y la tecnología, entendemos que cada generación de nuevas tecnologías que emerge en la vida social y en el ámbito educativo perturba nuestra “zona de confort”, nos produce cierto desasosiego y nos desafía a nuevos aprendizajes para conocer las herramientas e integrarlas de modo significativo a nuestra práctica profesional. Por eso celebramos toda acción de capacitación y especialización que emprenden los docentes y que evidencian su compromiso de asumir el desafío de seguir creciendo y de participar en la búsqueda de nuevas formas de enseñar y de aprender.