30 octubre 2017

Relación investigación educativa y docencia

Sigue vigente el debate en torno al grado y tipo de participación de los docentes en trabajos de investigación destinados a conocer y mejorar las prácticas educativas en su contexto profesional. Entendemos que se trata de una tarea compleja que merece ser analizada para comprender sus posibilidades y condiciones de realización.
Recordamos el pensamiento de Stenhouse (Investigación y desarrollo del curriculum, 1998) cuando afirma que el docente y su práctica se constituyen en objeto de estudio del propio profesor quien, de esa manera y a través de la investigación-acción, puede mejorar y transformar la enseñanza y fortalecer su profesionalidad. 

Otros autores (Apple, Carr y Kemmis, Giroux) también entienden que el profesor es un sujeto clave para la construcción de una sociedad más justa y por ello amplían y extienden el objeto de estudio de la investigación que hace el docente, ya que no es sólo el aula sino principalmente la realidad socio-económica y el contexto institucional los que se deben develar y desenmascarar, analizando sus valores, supuestos manifiestos y latentes, creencias, normas, sus modos de enseñar y aprender, sus rutinas y prácticas que determinan el desarrollo curricular y didáctico en situaciones concretas.

Dentro de ese enfoque Antonio Bolívar, catedrático de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de Granada y editor de la Revista “Profesorado. Revista de Curriculum y Formación del Profesorado”, ha publicado el artículo Investigación y docencia: de una relación problemática a una productiva, en el que sostiene:   

Un conjunto de creencias o “mitos” han llevado a mantener una relación superficial o equivocada de las relaciones entre docencia e investigación que, como presuposiciones colectivas, impiden una reflexión crítica. Mark Hughes (en Barnett, 2008) identifica cinco mitos: beneficio mutuo entre la investigación y la docencia, el mito de una relación generalizable y estática, el mito de separar el saber de la docencia y la investigación, el mito de la superioridad del profesor-investigador, el mito del estudio desinteresado de la relación entre investigación y docencia. Sorprende, al respecto, la escasez de trabajos empíricos en que sostener cada uno de los mitos, siendo las creencias más fuertes que las pruebas reales de los mismos. Por ejemplo, no está probado –más bien lo contrario– que haya una correlación importante entre productividad de la investigación y eficacia de la docencia.

De hecho, no debiera generalizarse acerca de las relaciones entre docencia e investigación. Ni las relaciones son estables, ni iguales en todas las disciplinas y departamentos. Las relaciones son heterogéneas en diferentes ámbitos disciplinares como en distintas instituciones. Tampoco el saber existe como una entidad previa y separada de la docencia y la investigación. Por otro lado, pareciera que es un docente de superior categoría aquel que basa su docencia en su propia investigación. Pero ni los buenos investigadores son, a menudo, buenos docentes, ni éstos últimos necesariamente tengan que ser buenos investigadores. Además, depende de las disciplinas y niveles de enseñanza universitaria para que esta relación sea productiva. Por lo demás, no es algo desinteresado: si los profesores-investigadores son superiores, los incentivos económicos y promoción en la carrera deben dirigirse a la investigación.

El artículo completo lo podemos leer en:




23 octubre 2017

Más sobre pedagogía red

Hace un tiempo dimos cuenta del actual debate acerca de la construcción de la pedagogía red, que -expresado en términos simplificadores- podemos plantear de esta manera: ¿se justifica la construcción de un nuevo paradigma para la enseñanza y el aprendizaje en la cibercultura, o sólo es necesario hacer una adaptación de los modelos pedagógicos que han prevalecido antes del auge de internet?

Sin olvidar que estamos en tiempo de transiciones y de reconfiguraciones de roles y tareas, muchos autores están abordando el tema, como sucede en el libro Pedagogía red. Una educacion para tiempos de internet, cuyos editores son Begoña Gros Salvat y Cristóbal Suárez-Guerrero, publicado por Ediciones Octaedro (2016).



Un avance del contenido de ese libro y de las preguntas que abarca ese debate, lo encontramos en la presentación:

La pedagogía tiene el reto de entender la oportunidad educativa que supone internet. No obstante, el reto no implica una tarea mecánica. Existen muchos intentos bajo distintos nombres que dan cabida a este proceso (ciberpedagogía, pedagogía online y otros genéricos) que, estricto sensu, no representan una nueva pedagogía, sino más bien el afianzamiento de visiones educativas, algunas ya enunciadas o perfiladas, que empiezan a tomar fuerza en el entorno educativo que describe internet. 
Por tanto, en el continuum que representa el desarrollo de la pedagogía, internet es un estadio de desarrollo en el que utopías –y distopías– educativas encuentran rasgos de verosimilitud.
Pero la reflexión pedagógica sobre internet es un ejercicio que no solo busca dar respuestas, sino también plantear preguntas. Muchos entienden internet como la respuesta adecuada a las inconsistencias educativas –más en el ámbito de la educación formal–, pero plantear buenas y adecuadas preguntas quizás sea el ejercicio menos común, aunque el más rico y complejo, en este proceso de apropiación de la tecnología por la cultura educativa. 
La pedagogía también tiene esa vocación por buscar, gracias a las preguntas, la movilidad de las ideas y la crítica para ir más allá de la moda o el automatismo con que a veces se puede asumir internet en la educación.
Por ello, la necesidad de pensar en internet no solo como la respuesta didáctica a la pregunta ¿con qué aprender?, sino ¿dónde está el cambio educativo con internet? Ni los recursos, ni los flujos de comunicación, ni el lenguaje, ni las dinámicas de interacción social en internet son las mismas que los recursos, flujos, lenguaje y dinámicas del aula. El cambio está en el modo de acción y pensamiento en red.
Internet viene afianzando visiones y acciones que favorecen aprender –y también enseñar– en un entorno y flujos de comunicación distintos a la organización escolar clásica. 
Como aprender no es aséptico al entorno donde sucede, algo debemos exigir a la reflexión educativa para ir más allá de la sustitución de un recurso por otro.
Lo radical del cambio es comprender que aprender puede estar enmarañado en una nueva capa de acción y representación en red.

Desde ese lugar, el libro se plantea las siguientes preguntas, cada una de las cuales conforma un capítulo desarrollado por diferentes autores especialistas en la materia:  

1. ¿Por qué aprender en red? El debate sobre las finalidades de la educación en la nueva ecología del aprendizaje
2. ¿Qué aprender en la red? El valor educativo de la cultura abierta
3. ¿Cómo aprender en red?  
4. ¿Con qué aprender en red? Estrategias y herramientas para la apertura y disrupción de las instituciones educativas.
5. ¿Con quién aprender? Nuevos perfiles educativos en red
6. ¿Dónde aprender en internet? Territorialidad virtual y nuevas narrativas
7. ¿Cuándo aprender en red? Espacio-tiempo de la educación en la sociedad de la pantalla
8. ¿Cómo valorar lo que se aprende en la red?



12 octubre 2017

Harvard a la vanguardia del uso de la tecnología

La Universidad de Harvard tiene 381 años de historia y una trayectoria de excelencia académica que no se ha interrumpido con el paso de los años. Siempre ha estado en la vanguardia para ofrecer carreras con alta calidad académica y ahora su Escuela de Negocios (HBX) quiere situarse también en primera posición en cuanto a la aplicación de las tecnologías de la información y la comunicación en la docencia. 

Desde ese propósito ha implementado una estrategias de educación a distancia a través de clases virtuales que suponen un despliegue de medios más habitual en un show televisivo de prime time que en una institución universitaria. Hasta 60 estudiantes pueden asistir a las clases desde cualquier lugar del mundo como si estuvieran en el edificio de la HBX, mientras que en el espacio en que se desarrollan las presentaciones un equipo compuesto por varias cámaras (un operador, cámara al hombro, sigue todo el tiempo al profesor para captar sus movimientos) permite no perderse ningún detalle de la clase. El profesor ve en todo momento a sus alumnos, desplegados sobre un gigantesco videowall con imágenes en alta resolución, y pueden interactuar entre ellos, dando como resultado una experiencia casi idéntica como si estuvieran en el mismo espacio.

Un artículo en la revista Fortune señalaba que uno de los aciertos de HBX Live fue contratar el asesoramiento de especialistas en retransmisiones deportivas del canal NBC, para asegurarse de que los streamings de las clases tenían el nivel de calidad técnico que buscaban. La propuesta de Harvard está siendo seguida de cerca por otras instituciones educativas, puesto que -obviamente sin el despliegue de medios que solo unos pocos pueden permitirse- parece que una de las líneas del futuro de la enseñanza pasa por este tipo de aulas. 

Invitamos a ver un breve video que muestra cómo se aplica esta tecnología en las clases de Harvard.









02 octubre 2017

Ser docente en tiempos de Internet

En una sociedad que gira alrededor de Internet, en donde mayoritariamente las nuevas generaciones encuentran en la red un mundo de lazos sociales, información, espectáculos, noticias y eventos de distinta naturaleza, surgen preguntas acerca del rol del docente y de sus tareas. 

Sobre esta cuestión, recordamos un artículo del escritor y semiólogo Umberto Eco que escribió para el diario La Nación (21/05/07) en el que plantea su punto de vista acerca de una pregunta que un estudiante formuló a un profesor: Disculpe, pero en la época de Internet, usted ¿para qué sirve?

Alireza Darvish
A partir de este interrogante, Eco discurre sobre el papel del docente tomando como ejes dos dimensiones: la formación y la información, y sostiene: Lo que hace que una clase sea una buena clase no es que se trasmitan datos y datos, sino que se establezca un diálogo constante, una confrontación de opiniones, una discusión sobre lo que se aprende en la escuela y lo que viene de afuera.

Eco reconoce el caudal inmenso que provee Internet como fuente de información pero también se pregunta sobre la competencia requerida para buscar, filtrar, seleccionar, evaluar y recuperar la información. En esa línea, expresa: Almacenar nueva información, cuando se tiene buena memoria, es algo que todo el mundo es capaz. Pero decidir qué es lo que vale la pena recordar y qué no es un arte sutil. Esa es la diferencia entre los que han cursado estudios regularmente (aunque sea mal) y los autodidactas (aunque sean geniales). 

En ese marco, Eco esboza respuestas acerca de cuál es la tarea del docente en el "arte de la selección" de la información para favorecer la relación significativa de datos con vistas a generar conocimiento.

El artículo completo se puede leer en:
http://www.lanacion.com.ar/910427-de-que-sirve-el-profesor