Dicen
que “curar” contenidos es subrayar y compartir lo subrayado para aprender con
otros. En el escenario de las tecnologías digitales, la inagotable información
que ofrece Internet es una fuente para que estudiantes y profesores naveguen,
exploren, analicen, seleccionen y compartan contenidos en determinados temas y
áreas del conocimiento, abonando el enfoque del conectivismo como forma de
aprendizaje en tiempos de Internet.
Desde
el punto de vista educativo, la curación de contenidos
como metodología didáctica, debe orientarse al aprendizaje activo, la creación,
la colaboración y la comunicación. Podemos sostener que promover la curación de contenidos forma parte
de la competencia digital informacional requerida para ser un estudiante activo
y creativo tanto en la dimensión académica como en la vida ciudadana, lo que
supone seleccionar y categorizar la información sobre un determinado tema según
determinados criterios que permitan valorar la pertinencia y relevancia de las
fuentes. Actividad que puede ser actualizada de modo permanente o puede ser acotada
a un período de tiempo, por ejemplo para trabajar en un seminario, en una
investigación o en una tesis.
En el
caso del docente, curar contenidos puede ser una ayuda didáctica valiosa para
que los estudiantes indaguen y estudien un tema desde una perspectiva
particular o desde autores seleccionados, en un plazo determinado. Ejemplos de
esta situación son la elaboración de una secuencia o unidad didáctica en la que
incluimos un conjunto preseleccionado de recursos digitales en la web, o el
diseño de una webquest con una selección de sitios web para que los estudiantes
exploren y analicen información para abordar y resolver un problema.
Un modelo de curación de contenidos comprende un conjunto de fases (Negre, Marín y Pérez, 2014), entre las cuales figuran:
1.
Conceptualización: planificar el proceso de curación estableciendo la temática,
proponer y acordar con el alumnado el tema del proyecto a desarrollar
estableciendo los criterios de formación grupal y de evaluación.
2.
Creación y recepción: establecer la creación de metadatos atendiendo a las distintas
fuentes para obtener información, búsqueda y filtrado de información (tipo de buscadores,
bases de datos, sistemas de curación…)
3.
Valoración y selección: valorar la información recogida y seleccionarla atendiendo
a aspectos como el rigor de las fuentes. Adecuación a la temática objeto de curación,
calidad, cantidad de las fuentes, etc.
4.
Conversión, preservación y almacenamiento: transferir la documentación asegurando
su almacenamiento siguiendo los estándares establecidos para ello con la consecuente
posterior localización.
5.
Acceso, uso y re-uso de la información garantizando su posterior recuperación.
6. Transformación:
añadir valor a la información curada, agregando, destilando y remezclando
principalmente la información original (Bhargava, 2011).
Ahora
bien, es fundamental destacar que la curación de contenidos debe necesariamente incluir el
análisis crítico y reflexivo acerca de aquello que encontramos en Internet ya
que la sobreabundancia de información y la yuxtaposición de enfoques sin una
clara evaluación y sin propósitos definidos, facilita el mecanismo rudimentario
del “copie y pegue” sin la actividad personal del sujeto. Por eso, una estrategia
deseable sería que sea el propio estudiante quien realice la curación de un
cierto contenido y lo comparta con sus pares, formando una red colaborativa de
información con el acompañamiento y mediación de los docentes que dan lugar a la discusión
y el debate.
Fuentes:
Leiva-Aguilera,
J. y Guallar, J. (2013). El content curator: guía básica para el nuevo
profesional de internet. Barcelona: UOC.
Posada
S., M. (2013). Curaduría de contenidos digitales: un potencial para la
educación y el aprendizaje. Virtual Educa 2013.
Romero
Tirado, M. (2016). Iniciación a la curación de contenidos en la universidad:
una experiencia en el área de psicobiología. RED-Revista de Educación a
Distancia, núm. 49. http://dx.doi.org/10.6018/red/49/6