Ha pasado un buen número de años desde que la educación a distancia se vio enriquecida con las tecnologías de la información y de la comunicación y su potencial como herramienta que favorece la interacción sincrónica y asincrónica entre estudiantes y profesores, aspecto que estuvo limitado en las anteriores generaciones de la modalidad a distancia.
Puentes, distancia, interacción |
Coincidimos en que la comunicación educativa es clave y necesaria en un proceso social como lo es la educación, por lo cual los programas no presenciales fueron (y son) vistos con recelo y desconfianza ya que se pensaban como instancias que suprimían o minimizaban la interacción personal tan importante para generar procesos de aprendizaje enmarcados en la intersubjetividad y la socio-construcción de conocimientos.
Ya en 1995, David Jonassen y otros, estudiaron esta problemática de la educación en línea sosteniendo que su valor sólo se podrá reconocer si se facilitan a los estudiantes los espacios y actividades para interactuar y trabajar realmente en conjunto, en donde sea posible aprender unos de otros, en colaboración. Agregan que sólo si el aprendizaje virtual confronta a los
alumnos con situaciones cercanas a la realidad, en las que ellos puedan reconocer si hay un problema y, en caso positivo, tengan que resolverlo, fundamentar y probar sus soluciones en donde se evidencien intercambio de ideas y significados con otros, la educación a distancia podrá
ser una estrategia eficaz y significativa.
Hoy seguimos planteándonos preguntas acerca de resultados, problemas y dificultades de la educación a distancia virtual, de expectativas y logros, de tendencias y de conflictos aún no resueltos.
Algunos interrogantes que siguen en el debate son:
¿Qué procesos y resultados surgen de la falta de contacto cara a
cara, sin mediaciones tecnológicas, entre docentes y estudiantes?
¿Qué representaciones y sentimientos provoca la ausencia del lenguaje no verbal (miradas, gestos, ademanes, tonos de voz...) en los entornos virtuales?
¿Cómo se vive el sentido de
pertenencia e identidad institucional?
¿Cómo se organizan, gestionan y orientan los encuentros
intersubjetivos?
¿Qué lugar ocupa la retroalimentación en la comunicación y la actividad socio-cognitiva entre los actores?
Referencia:
Jonassen, D., Davidson, M., Collins, M., Campbell, J. & Bannan Haag, B. (1995). Constructivism and computer‐mediated communication in distance education, American Journal of Distance Education, 9 (2), 7-26,