La
diversidad cultural es un “fenómeno positivo y un factor de enriquecimiento y
desarrollo para la sociedad, que surge de la conjugación de un amplio espectro
de visiones del mundo, explicaciones, ideologías y manifestaciones de
creatividad, que ofrecen a los ciudadanos variados modos de vida, individuales
y colectivos y múltiples vías de evolución y desarrollo. La diversidad cultural
es fuente de intercambios, innovación y de creatividad, tan necesaria para el
género humano como la diversidad biológica para los organismos vivos. En este
sentido, constituye el patrimonio común de la humanidad y debe ser reconocida y
consolidada en beneficio de las generaciones futuras” (Declaración Universal de
la UNESCO sobre Diversidad Cultural, 2001, Art.1).
Diego Rivera |
Reconocemos
que “la diversidad cultural puede convertirse en potencial de creatividad,
crecimiento y desarrollo humano, o puede, por el contrario, erigirse en fuente
de enormes tensiones sociales. Ello dependerá de cómo las políticas públicas,
en este caso las educativas, aborden el tema. En América Latina ha prevalecido
un concepto de desarrollo entendido como proceso de modernización
homogeneizadora, donde la diversidad cultural –particularmente expresada en su
población indígena y afrodescendiente– ha sido considerada una traba para el crecimiento,
en lugar de una oportunidad de desarrollo.
Con el
reconocimiento constitucional de la pluralidad étnica, lingüística y racial de
las naciones, comienzan a generarse programas educativos para enseñar tanto las
lenguas y culturas de las poblaciones indígenas como la predominante
occidental, aunque esto no implicara del todo una valoración plena de las
culturas de procedencia de sus estudiantes. La oficialización de este enfoque
bilingüe bicultural, que aparece en la década de los setenta, se orientó hacia
el fortalecimiento identitario, con fuerte énfasis en el rescate de las lenguas
originarias, creando para ello una institucionalidad dentro de los ministerios
de educación encargada del diseño de políticas y programas exclusivos para su
población. El enfoque bicultural corresponde a una orientación educativa que
considera la diversidad cultural como recurso. Se intenta potenciar la
calificación del capital humano, recuperando sus diversidades e identidades”.
Fuente:
UNESCO (2008). Educación y diversidad cultural: lecciones desde la práctica
innovadora en América Latina. Santiago de Chile. Disponible en: https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000162699