24 octubre 2019

¿Qué lugar le damos a las preguntas en la educación?


Una primera pregunta que les propongo es: ¿Los procesos educativos de nuestro tiempo se fundan en respuestas que trasmiten y reproducen contenidos, o se desarrollan a partir de preguntas e interrogantes que estimulan la curiosidad cognitiva para conocer y comprender la realidad?

Recordando la influencia de la mayéutica, el método filosófico propuesto por Sócrates que coloca al diálogo como un camino para llegar al conocimiento, queremos recuperar el lugar y sentido de las preguntas como elemento sustantivo que estructura y organiza el acto pedagógico que posibilita acceder al saber.

De acuerdo con Heidegger, toda pregunta es un buscar. Para Gadamer (1982) el arte de preguntar es el de ser capaz de seguir haciendo preguntas, o sea, el arte de pensar, y distingue preguntas “aparentes” que delimitan artificialmente lo que puede ser una respuesta satisfactoria y preguntas “auténticas” como aquellas que están abiertas y donde las respuestas no están establecidas.

En el ámbito educativo, Paulo Freire (1997, p.19) expresaba que “La educación de la respuesta no ayuda nada a la curiosidad indispensable para el proceso cognitivo. Al contrario, ella resalta la memorización mecánica de los contenidos. Sólo una educación de la pregunta agudiza, estimula y refuerza la curiosidad…Preguntar y responder son caminos constitutivos de la curiosidad”.

En esa línea, Nicholas Burbules (1999) sostiene que el diálogo es una forma de comunicación pedagógica que posibilita plantear preguntas sustantivas orientadas a pensar, intercambiar experiencias, negociar significados y construir conocimientos con otros interlocutores. Al igual que Gadamer, Burbules reconoce que las preguntas convergentes son las que se dirigen a respuestas específicas y definidas mientras que las preguntas divergentes o abiertas “permiten un mayor grado de incertidumbre en lo que constituiría una respuesta adecuada”.
Sin dudas, las preguntas en el aula permiten no sólo tomar conciencia del no saber sino también generar dudas acerca de lo que se sabe. Por otro lado, Tourtet (1987, p. 1) señala que “La dialéctica es el despertar del espíritu mediante preguntas hábilmente conducidas y en especial, por las preguntas que plantean los propios niños, preguntas que les interesan, cuyo eco en ellos es profundo y en consecuencia la necesidad de corresponder a su desarrollo efectivo y a las aspiraciones de su crecimiento mental”.

¿Cuál es el rol del docente en este contexto? Una de sus principales intervenciones consiste en formular las preguntas potentes y adecuadas en el momento oportuno que promuevan la búsqueda de respuestas, conjeturas e hipótesis, y que favorezcan los intercambios y conversaciones colectivas para generar conocimientos. Asimismo, es fundamental que facilite los espacios y actividades para que los estudiantes puedan plantear sus propias preguntas de modo tal que se involucren con sus necesidades cognitivas, con sus intereses y sus saberes.

¿Con qué propósitos se plantean preguntas en las aulas? Podemos encontrar un repertorio de preguntas que se aplican en diferentes momentos y para distintos propósitos, entre ellas mencionamos preguntas de animación para iniciar un diálogo, una conversación, o para conocerse dentro de un grupo; preguntas para explorar los saberes previos y concepciones alternativas de los estudiantes; preguntas para definir actividades y formas de trabajo; preguntas de indagación y análisis de un problema, caso y, o situación; preguntas para ampliar y profundizar ideas y conocimientos; preguntas de comprobación, evaluación y verificación; preguntas para reflexionar y explicitar las actividades metacognitivas de los alumnos que colaboran en el proceso de aprender a aprender.

La presencia y alcances de las preguntas pedagógicas potentes en programas y experiencias educativas se convierte en un tema interesante para investigar, cuyos interrogantes preliminares son: ¿Cómo recuperan y aplican los entornos digitales el arte de la conversación y del diálogo inspirado en las preguntas que problematizan y despiertan la curiosidad cognitiva? ¿Qué lugar ocupan las preguntas pedagógicas en los entornos virtuales sustentados en el uso de las tecnologías de la información y la comunicación? ¿Los docentes utilizan las preguntas como recurso pedagógico que facilita la apertura al conocimiento? ¿De qué modo los profesores y los estudiantes explicitan y plantean sus preguntas y respuestas? ¿Se utilizan espacios colectivos y colaborativos, sean presenciales o virtuales, para abordar las preguntas orientadas a buscar respuestas y resolver problemas?

Cerramos de modo provisorio este debate retomando expresiones de Paulo Freire : “Las preguntas ayudan a iniciar procesos interactivos de aprendizajes y solución de problemas, lo mismo que mantenerlos hasta cuando se logran los objetivos y se planteen nuevos problemas y nuevas situaciones de aprendizaje en este continuo trasegar que es la vida.”

Referencias:
Freire, P. (1997). A la sombra de este árbol. Barcelona: Hipatia Editorial.
Freire, P. y Faundez, A. (2013). Por una pedagogía de la pregunta: crítica a una educación basada en respuestas a preguntas inexistentes. Buenos Aires: Siglo XXI.
Gadamer, H. (1994). Verdad y método. Salamanca: Editorial Sígueme.         
Tourtet, L. (1987). Lenguaje y pensamiento preescolar. España: Narcea S.A.