En el contexto mundial de la pandemia por el COVID-19, los
sistemas educativos, sacudidos por una realidad tan inédita como inesperada, se
vieron impelidos a nuevas formas de enseñar y de aprender aferrándose de modo
casi excluyente a las tecnologías de la información y de la comunicación que
tienen como soporte a la web. Si bien es cierto que vivimos en una
cibercultura, también llamada cultura digital, en donde millones de personas de
todo el mundo acceden a diferentes medios electrónicos conectados a Internet, a
veces desconocemos qué segmentos de la población de nuestro país y del mundo no
cuentan con ese servicio de conectividad y que, por ello, están lejos de la
inclusión digital tan necesaria para la igualdad de oportunidades educativa y
el acceso al conocimiento.
En esa línea, compartimos una interesante nota de Rosa María Torres, titulada:
2020: ¿Está el mundo preparado para la
educación virtual? en donde avanza con otra pregunta clave para analizar y
pensar sobre los alcances e implicaciones de la educación mediada por TIC o
educación virtual: ¿Está el mundo
preparado en 2020 para globalizar la educación virtual (online) desde el hogar,
según lo propuesto por la UNESCO y otros organismos internacionales para hacer
frente a la pandemia del COVID-19 y al cierre de los sistemas escolares debido
al confinamiento? La respuesta es un clarísimo NO.
Las estimaciones
globales sugieren que 826 millones de estudiantes carecen de una computadora
doméstica, 706 millones carecen de acceso a Internet en su hogar y otros 56
millones carecen de cobertura por redes móviles 3G / 4G. Para evaluar mejor el
alcance del impacto del cierre de escuelas y de las respuestas educativas
nacionales resultantes, se lanzó recientemente una encuesta de los ministerios
de educación conjuntamente por la UNESCO, UNICEF y el Banco Mundial para
informar con mayor precisión una respuesta educativa global colaborativa.
Sin dispositivos
adecuados de tecnología de la información y la comunicación (TIC), acceso a
Internet / red móvil, recursos educativos y capacitación de maestros, los
estudiantes simplemente no pueden participar en la educación a distancia para
continuar en sus trayectorias de aprendizaje. Corren el mayor riesgo de
quedarse atrás los estudiantes de áreas de escasos recursos, áreas rurales
remotas y hogares de bajos ingresos. Además, los estudiantes con discapacidades
o aquellos que usan un idioma diferente en el hogar que en la escuela
requerirán un apoyo más individualizado.
Del trabajo de Rosa María Torres, recuperamos el siguiente resumen de datos.
Este es el panorama mundial cuando emerge la pandemia.
- En términos generales, la mitad de la población mundial usa
Internet y menos de la mitad de los hogares tiene una computadora.
- "Estimaciones globales sugieren que 826 millones de
estudiantes no tienen computadora en casa, 706 millones no tienen acceso al
Internet en casa y 56 millones no tienen cobertura de redes móviles 3G/4G"
(Instituto de Estadísticas de la UNESCO, 2020).
- 46% de las personas a nivel mundial dice haber usado
Internet en los tres últimos meses (Our World in Data, 2000)
- En 2018, 57,8% de los hogares tenía conexión de Internet,
48,3% en los países en desarrollo y 17,8% en los Países Menos Desarrollados.
- En 2019, Internet tenía una penetración de 53,6% en el
mundo. 86,6% de los usuarios estaba en los países desarrollados y 19,1% en los
PMD.
- 58.0% de los usuarios a nivel mundial eran hombres y 48%
mujeres.
- 6.500 millones de personas (85,5% de la población mundial)
carecen de una conexión fiable a Internet de banda ancha (PNUD, abril 2020).
- En 40 de los 84 países para los cuales hay datos, menos de
la mitad de la población tiene competencias digitales básicas como copiar un
archivo o enviar un correo electrónico con un adjunto.
Los déficits no están solo en Africa Subsahariana, como suele
destacarse, sino en todo el mundo, incluidos los países desarrollados que
tienen también grandes desigualdades en su interior. A esto hay que agregar los
grandes déficits y las grandes brechas educativas que persisten tanto en el
Norte como en el Sur.
Para cerrar, nos queda plantearnos otro aspecto fundamental del problema de la educación virtual
“obligada” por la pandemia, ya que su adecuada y apropiada implementación requiere el
acompañamiento, orientación y seguimiento de docentes capacitados para trabajar
en entornos virtuales, además de la contención y apoyo de los padres, madres o
adultos que viven con los/as niños/as y adolescentes.