25 junio 2021

Lecturas analógicas y lecturas digitales en el aprendizaje: qué dicen los estudios...


Los variados dispositivos de lectura que hoy disponemos en la cultura de la convergencia (Henry Jenkins) trazan distintas hipótesis, proyecciones y perspectivas acerca del potencial de la lectura digital en la educación. 

Vemos a nuestro alrededor que la lectura en medios digitales es una práctica tan extendida como frecuente en todos los grupos sociales: mensajería, chats, correos electrónicos, diarios digitales, notificaciones de apps, configuran un mundo de lecturas de distinto tenor, extensión y duración. 

Ahora bien, surgen preguntas: ¿A la hora de estudiar qué prefieren los/as chico/as,  adolescentes y jóvenes? ¿Qué ventajas tiene la lectura en libros impresos y la lectura en libros digitales y pantallas? ¿Cuál es la práctica más efectiva y cómoda para estudiar? ¿La lectura en pantalla disminuye la comprensión del texto? ¿La atención y la concentración se reducen cuando se lee en textos digitales?

Sobre esta cuestión, compartimos un fragmento del artículo “La lectura digital, en desventaja. El soporte impreso se impone al digital en lo que a la calidad lectora se refiere: leer en pantalla disminuye la comprensión del texto e invita a la distracción” (https://www.investigacionyciencia.es/revistas/mente-y-cerebro/el-inconsciente-sale-a-la-luz-783/la-lectura-digital-en-desventaja-18011) que expresa: 

Como hizo la revolución provocada por Johannes Gutenberg hace ya casi seis siglos, las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) e Internet han cambiado a la humanidad para siempre. Incluso las ventajas y nuevas oportunidades que prometían estos medios de transmisión del conocimiento hicieron presagiar la muerte del libro impreso durante los primeros años del nuevo siglo. Del mismo modo, en el ámbito académico aparecería la figura de un nuevo alumno que multiplicaría su adquisición de conocimientos gracias a los ordenadores, las plataformas digitales de aprendizaje e Internet.

Sin embargo, ninguno de los pronósticos se está cumpliendo; al menos de momento. Por una parte, los informes de ventas de libros electrónicos indican que este formato todavía se halla muy lejos de superar el volumen de mercado de los libros impresos. Su venta incluso se ha reducido durante los últimos años en países como el Reino Unido o Estados Unidos. 

Además, las encuestas revelan que los lectores prefieren el formato impreso para leer en profundidad. Asimismo, el Estudio Internacional sobre la Lectura Académica (ARFIS, por sus siglas en inglés), publicado en 2018 en la revista PLoS ONE y liderado por Diane Mizrachi, de la Universidad de California en Los Ángeles, indica que el papel sigue siendo el medio preferido por el 78 por ciento de los más de 10.000 estudiantes universitarios encuestados en 21 países. Resultados de investigaciones similares revelan que incluso quienes pasan el 70 por ciento de su tiempo de lectura utilizando el medio digital prefieren leer en papel, sobre todo cuando se trata de ahondar en el contenido o cuando los textos son largos.

La nota completa avanza en otros resultados de estudios que refieren a las implicaciones y efectos de la lectura y el aprendizaje sustentados en soporte analógico y digital, como el informe PISA de 2015 de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), que "informa que cuanto más se utilizan los ordenadores peor es el aprendizaje. En el mejor de los casos, solo un uso moderado parece favorecer la adquisición de conocimientos y el desarrollo de competencias".

El Estudio Internacional sobre la Lectura Académica, de la Universidad de California en Los Ángeles, se encuentra disponible en:

https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0197444


 

14 junio 2021

Buenos profesionales de la educación en el siglo XXI

Es indudable que los cambios sociales, culturales y educativos deben estar acompañados por transformaciones en los dispositivos escolares y también en las reconfiguraciones del rol docente para actuar en escenarios en constante mutación que nos interpelan sobre las funciones docentes más relevantes para promover una educación plena. Cabe entonces sumarse al interesante y oportuno interrogante que plantea la revista Debates en Educación (http://les3coses.debats.cat/es/temes/que-quiere-decir-ser-un-buen-profesional-de-la-educacion-para-el-siglo-xxi): ¿Qué quiere decir ser un buen profesional de la educación para el siglo XXI?        

El citado artículo se pregunta: ¿Qué competencias necesitan los docentes del siglo XXI? ¿Qué formación inicial y permanente? ¿Cómo se atrae a los jóvenes con más talento y más motivados hacia la profesión docente? ¿Cómo se puede retener a los mejores docentes en los centros educativos que más los necesitan? ¿Cómo pueden incorporar los profesionales de la educación la reflexión sistemática sobre la práctica y la investigación por la mejora educativa? ¿Cómo puede colaborar en ello la universidad?

“Posiblemente, es poco arriesgado asegurar que, a día de hoy, el profesorado continúa siendo clave en cualquier sistema educativo. De hecho, es sencillo darse cuenta de su papel crítico, si tenemos presente que en sus manos recae, en última instancia, la responsabilidad de acompañar a los niños y jóvenes en el proceso de aprendizaje de  las competencias que les serán imprescindibles para poder convertirse en ciudadanos activos, participativos y, en último término, comprometidos con el progreso social. No obstante, el ejercicio de la función docente se ha convertido progresivamente en complejo. En un mundo globalizado como el nuestro, las funciones educadoras se reformulan para poder atender los retos de una sociedad fundamentada en la economía del conocimiento. El acceso a la enseñanza obligatoria ha alcanzado a sectores sociales cada vez más amplios, que exigen respuestas docentes flexibles, ajustadas a necesidades educativas diversas.

Pero esta complejidad a la que deben enfrentarse maestros y profesores no ha encontrado una correspondencia clara, ni en los escenarios que les deberían facilitar la innovación, ni en modelos de formación inicial y desarrollo profesional que podrían proporcionarles herramientas e incentivos para afrontar con garantías su actividad cuotidiana y hacer atractiva la profesión. En último término, el grado de responsabilidad que la sociedad ha conferido a estos profesionales no parece haber encontrado su reverso en un conocimiento social equivalente de la profesión docente, capaz de poner en marcha los mecanismos capaces de atraer y retener a más profesores de calidad en los centros educativos. Así, la interpretación adecuada de qué significa ser un buen profesional de la educación en el siglo XXI parece que todavía plantea una cuestión no resuelta y, en cualquier caso, decisiva para la provisión de una educación de calidad como servicio público”.

Para contribuir al debate, el artículo consulta a distintos especialistas de la educación sobre los rasgos que caracterizan a un buen profesional de la educación para el siglo XXI, entre los cuales figuran John MacBeath, Profesor emérito de la Universidad de Cambridge, Mariano Fernández Enguita, Catedrático de Sociología en la Universidad Complutense, María Masip Utset, Catedrática de Educación Secundaria, ICE, UAB, y Francesc Imbernón, Catedrático universitario de Didáctica y Organización Educativa de la UB.

Invitamos a leer sus opiniones en:

http://les3coses.debats.cat/es/temes/que-quiere-decir-ser-un-buen-profesional-de-la-educacion-para-el-siglo-xxi

 

03 junio 2021

Elogio de la educación lenta: un paradigma para el debate

¿Sentimos que la sociedad contemporánea se caracteriza, entre otros aspectos, por la aceleración e inmediatez en la vida cotidiana? ¿Ese movimiento acelerado y esa velocidad nos plantean un ritmo vertiginoso sin mediar los tiempos y expectativas de cada persona? ¿Es posible disfrutar y construir sentidos en ese contexto? ¿De qué modo nos condiciona la velocidad cotidiana? ¿Esa tendencia también se vive en las escuelas?

Al mismo tiempo, vivimos en la cultura digital en donde prevalece un afán por adoptar las tecnologías de última generación para utilizarlas casi de modo frenético en todos los ámbitos de la vida cotidiana, sin mediar el tiempo para su uso crítico y reflexivo.


En este escenario tan complejo, el profesor Joan Domènech Francesch nos plantea un movimiento alternativo y diferente: el de la lentitud. Autor del libro Elogio de la educación lenta (2009, Editorial Graó), Joan Domènech propone “una nueva mirada centrada en el tiempo educativo con el propósito de obtener unos aprendizajes de mayor calidad. Es alejarse de la enseñanza ‘efímera’, que se desvanece al no ser comprendida, y apostar por un aprendizaje que transforme al aprendiz, que le sirva para enfrentarse a una sociedad compleja y de gran incertidumbre”.

Agrega que en la escuela el tiempo está fragmentado, cuantificado y colonizado, al igual que el saber. Cada vez tenemos más presente la idea "más rápido, más aprendizajes y cuanto antes mejor" pero tenemos que ser conscientes de que "no se puede hacer crecer los árboles estirando de sus hojas". La vida y el aprendizaje tienen su tiempo.

La educación lenta es un paradigma que no pretende hacer las cosas despacio, sino saber encontrar precisamente el tiempo justo para cada cual y para cada actividad pedagógica. Educar para la lentitud significa respetar el ritmo de cada niño y el tiempo de cada aprendizaje.

Joan Domènech formula 15 principios importantes para sostener la educación lenta en la infancia y adolescencia:

1. La educación es una actividad lenta.

2. Las actividades educativas tienen que definir el tiempo necesario para ser realizadas, y no al revés. 

3. En educación, menos es más.

4. La educación es un proceso cualitativo. 

5. El tiempo educativo es global y está interrelacionado.

6. La construcción de un proceso educativo tiene que ser sostenible. 

7. Cada niño –y cada persona- necesita un tiempo específico para aprender. 

8. Cada aprendizaje tiene que realizarse en el momento oportuno. 

9. Para conseguir aprovechar más bien el tiempo hay que priorizar las finalidades de la educación y definirlas.

10. La educación necesita tiempo sin tiempo.

11. Hay que devolver tiempo a la infancia. 

12. Tenemos que repensar el tiempo de las relaciones entre persones adultas y niños. 

13. El tiempo de los educadores se tiene que redefinir.

14. La escuela tiene que educar el tiempo.

15. La educación lenta forma parte de la renovación pedagógica.