Una estrategia para promover y fortalecer la educación inclusiva es fomentar redes de apoyo y
colaboración entre docentes y alumnos/as de distintas edades y cursos alrededor de proyectos institucionales y, además, en espacios lúdicos y recreativos. Se trata de expandir el clima educativo, saltar barreras y animarse a tejer nuevos vínculos entre niños, niñas y adolescentes y sus profesores.
“Las escuelas ya no pueden ser castillos fortificados dentro
de sus comunidades. Ni los docentes pueden considerar que su estatus
profesional es sinónimo de autonomía absoluta. Las fuerzas del cambio ya se hacen sentir dentro de incontables
aulas... Dentro de los retos y las complejidades de estos tiempos postmodernos,
los docentes deben encontrar más y mejores maneras de trabajar con otros en
interés de los niños que mejor conocen. Deben reinventar un sentido de profesionalidad
de modo que no les ponga por encima ni aparte de los padres y el público en
general, sino que les de la valentía y la confianza necesaria para entablar un
trabajo franco y autorizado con otras personas...
...Pero no cualquier tipo de trabajo conjunto de los docentes con otras personas ajenas a la escuela resulta beneficioso para los alumnos que están dentro de ella. Las asociaciones deben ser significativas y morales, no cosméticas o superficiales”. Hargreaves (1998)
Para saber más:
Fullán, M. & Hargreaves, A. (1997). ¿Hay algo por lo que merezca la pena luchar en la escuela? Trabajar unidos para mejorar. Morón: Publicaciones MCEP.