¿Cómo se inicia un escritor? ¿Qué estrategias debería contemplar para construir su oficio y su propio estilo? ¿Tiene sentido dar recomendaciones y consejos a quienes se inician en la escritura?
Entre los hombres y mujeres de la literatura que han ofrecido principios o pautas para los noveles escritores se encuentra Augusto Monterroso (1944-2003), escritor nacido en Guatemala, autodidacta, ensayista, traductor y autor de libros como Uno de cada tres, El centenario, La oveja negra y demás fábulas, Lo demás es silencio y Las ilusiones perdidas.
Cabe destacar que Monterroso mereció importantes galardones y reconocimientos, como el Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias (Guatemala, 1997), el Príncipe de Asturias por las Letras (España, 2000) y el Juan Rulfo (México, 2000).
Hoy compartimos su Decálogo para escritores (con doce principios) en donde Monterroso da la opción de descartar dos de estos enunciados, y quedarse con los restantes diez.
El decálogo de Augusto Monterroso
1. Cuando tengas algo
que decir, dilo; cuando no, también. Escribe siempre.
2. No escribas nunca
para tus contemporáneos, ni mucho menos, como hacen tantos, para tus antepasados.
Hazlo para la posteridad, en la cual sin duda serás famoso, pues es bien sabido que la
posteridad siempre hace justicia.
3. En ninguna
circunstancia olvides el célebre dictum: «En literatura no hay nada escrito».
4. Lo que puedas
decir con cien palabras dilo con cien palabras; lo que con una, con una. No emplees nunca
el término medio; así, jamás escribas nada con cincuenta palabras.
5. Aunque no lo
parezca, escribir es un arte; ser escritor es ser un artista, como el artista
del trapecio, o el luchador por antonomasia, que es el que lucha con el
lenguaje; para esta lucha ejercítate de día y de noche.
6. Aprovecha todas
las desventajas, como el insomnio, la prisión, o la pobreza; el primero hizo a
Baudelaire, la segunda a Pellico y la tercera a todos tus amigos escritores;
evita pues, dormir como
Homero, la vida tranquila de un Byron, o ganar tanto como Bloy.
7. No persigas el
éxito. El éxito acabó con Cervantes, tan buen novelista hasta el Quijote. Aunque el éxito
es siempre inevitable, procúrate un buen fracaso de vez en cuando para que tus amigos
se entristezcan.
8. Fórmate un
público inteligente, que se consigue más entre los ricos y los poderosos. De esta manera no
te faltarán ni la comprensión ni el estímulo, que emana de estas dos únicas fuentes.
9. Cree en ti, pero
no tanto; duda de ti, pero no tanto. Cuando sientas duda, cree; cuando creas, duda. En
esto estriba la única verdadera sabiduría que puede acompañar a un escritor.
10. Trata de decir las
cosas de manera que el lector sienta siempre que en el fondo es tanto o más inteligente que tú. De vez en cuando procura
que efectivamente lo sea; pero para lograr eso
tendrás que ser más inteligente que él.
11. No olvides los
sentimientos de los lectores. Por lo general es lo mejor que tienen; no como tú, que careces
de ellos, pues de otro modo no intentarías meterte en este oficio.
12. Otra vez el
lector. Entre mejor escribas más lectores tendrás; mientras les des obras cada vez más refinadas, un número cada vez mayor apetecerá tus creaciones; si escribes cosas para el montón nunca serás popular y nadie tratará de tocarte el saco en la calle, ni te señalará con
el dedo en el supermercado.