23 marzo 2010

Debate abierto: crisis educativa y nuevos caminos



Como en todas las épocas, hoy también circulan reflexiones y discursos críticos sobre las instituciones y prácticas educativas, algo que perciben y padecen con diferentes matices y grados los especialistas y profesionales del sector, los políticos, los padres, los mismos estudiantes y la comunidad en su conjunto.

Sobre tal crisis que alcanza y caracteriza a la educación formal, existen distintas voces que tratan de explicar, interpretar y comprender las raíces del problema y el sentido que debe guiar e iluminar los programas educativos. En este caso quiero referirme a tres interesantes libros que aportan ideas, conceptos y marcos interpretativos a la cuestión, suscitando más de una polémica:

- "Pedagogía del aburrido. Escuelas destituidas, familias perplejas" de Cristina Corea e Ignacio Lewkowicz (Paidós, 2004), donde ambos autores analizan la relación familia-escuela en tiempos de la modernidad líquida (Bauman) en los que se observa el agotamiento y el desvanecimiento de la institución familiar y de los dispositivos pedagógicos que ya parecen caducos, ineficaces y nada atractivos para los estudiantes y para los aprendizajes.

- "Frankenstein educador" de Philippe Meirieu (Laertes, 1998) es una obra que cuestiona el rol docente que pretende construir o fabricar al sujeto de acuerdo con pautas y parámetros que soslayan y no consideran sus condiciones, intereses y capacidades. Este autor refiere a una suerte de revolución copernicana en la pedagogía cuando expresa que la educación debe permitir que el sujeto se construya a sí mismo como sujeto del mundo, heredero de una historia en la que tenga conciencia de su rol, capaz de comprender el presente y de inventar el futuro.


- "El maestro ignorante" del filósofo Jacques Rancière (Laertes, 2002), por su parte, es un texto que aboga por un maestro que no se interesa por demostrar que posee el “saber sabio” del profesor, que ve a los alumnos como iguales, y que su misión está en que ellos puedan usar sus propios saberes, desarrollar sus capacidades de comparación, de contrastación y de argumentación. Así sostiene: "Un maestro ignorante no es un ignorante que decide hacerse el maestro. Es un maestro que enseña sin transmitir ningún conocimiento. Es un docente capaz de disociar su propio conocimiento y el ejercicio de la docencia"



Se trata de tres buenas lecturas para revisar, remover, cuestionar y replantear el sentido de la educación formal y el sentido de la profesión docente en las condiciones de la posmodernidad.
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