Cerca del día del maestro, quiero compartir dos textos de Paulo Freire, extraídos de "Cartas a quien pretende enseñar" (Siglo XXI Editores, 1994) que me parecen espléndidos para recuperar el sentido social de la docencia y para repensar nuestra práctica cotidiana en el aula. Es innegable el valor de las palabras del gran educador brasileño ya que su testimonio y su práctica resultan indiscutibles y son un faro para nuestra tarea.
El primer texto reivindica los derechos del docente:
"Derecho a su libertad docente, derecho a hablar, derecho a mejores condiciones de trabajo pedagógico, derecho a un tiempo libre remunerado para dedicarse a su permanente capacitación, derecho a ser coherente, derecho a criticar a las autoridades sin miedo a ser castigadas – a lo que corresponde el deber de responsabilizarse por la veracidad de sus criticas -, derecho a tener el deber de ser serios, coherentes, a no mentir para sobrevivir".
Este otro texto nos invita a pensar sobre la trascendencia del quehacer docente:
"Los educadores progresistas precisan convencerse de que no son meros docentes – eso no existe –, puros especialistas de la docencia. Nosotros somos militantes políticos porque somos maestros y maestras. Nuestra tarea no se agota en la enseñanza de la matemática, de la geografía, de la sintaxis o de la historia. Además de la seriedad y la competencia con que debemos enseñar esos contenidos, nuestra tarea exige nuestro compromiso y nuestra actitud a favor de la superación de las injusticias sociales".
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