21 febrero 2013

Cosas de la vida






La esencia de las rosas invade el pecho del hombre que se apacigua en su perfume. Pero si un pino silba en el viento, el corazón del hombre se encoge de inquietud.
Sin embargo, él dormirá junto a los pinos que silban y a las rosas que perfuman.
Vinicius de Moraes