05 febrero 2013

¿La cuarta pantalla en la escuela?


El mundo social y cultural del último siglo se convulsionó con el surgimiento de tres pantallas que transformaron los modos de entretenimiento, ocio, información y conocimiento. Primero fue la pantalla del cine, luego la de la televisión y después la pantalla de la computadora personal. 
Hoy ya estamos rodeados de la llamada cuarta pantalla: los teléfonos móviles inteligentes que suponen la convergencia y fusión de las otras pantallas, con el agregado de variados servicios y aplicaciones en un dispositivo ubicuo, individual e interactivo.
Pasamos de las pantallas colectivas ubicadas en espacios públicos como el cine, a pantallas de última generación que se visualizan en espacios privados, personales, extendidos.

Situados en el ámbito educativo nos preguntamos:
¿Qué impacto tienen los teléfonos de última generación en la vida de los niños, adolescentes y jóvenes? ¿Qué usos pedagógicos se pueden potenciar en las instituciones educativas? ¿Qué condiciones son las que determinan que prevalezca un aprendizaje netamente individual y cuáles son las que permiten favorecer un aprendizaje compartido y colaborativo? ¿Los teléfonos móviles e inteligentes extienden y consolidan la tarea del aula promoviendo aprendizajes ubicuos y además no formales?

El libro “La sociedad de las cuatro pantallas. Una mirada latinoamericana” (Ariel, 2011) compilado por Alejandro Artopoulos, ofrece distintas vertientes para interpretar este fenómeno desde el contexto de nuestra región. Leemos en la introducción:

“Las tecnologías del aprendizaje ubicuo se basan en pedagogías que complementan el espacio físico y  temporalmente acotado del aula con espacios fuera de ella, soportados por medios electrónicos móviles. En este sentido, podemos asignar a las tecnologías digitales una contribución al aprendizaje mediante su capacidad de compartir información y producir conocimiento entre personas. Estas pedagogías pueden atender con flexibilidad a la diversidad de estilos y ritmos de aprendizaje de los alumnos manteniendo grupos unidos y ampliando el espacio educativo a lugares remotos sin perder el sentido de la clase. El aprendizaje ubicuo no solo es móvil o fluido, sino que se combina con el llamado aprendizaje «situado» o «auténtico», conectando los contenidos escolares con problemas del «mundo real» y contextualizando el conocimiento. Los dispositivos móviles permiten desarrollar pedagogías que aprovechen la emergencia de la cultura visual y de las redes sociales para desarrollar experiencias de interacción con contenidos dinámicos (simulaciones), o bien con grupos de pares, mediante la incorporación de herramientas de redes sociales en el diseño de cursos”.



Pienso que de toda la comunidad educativa depende que la cuarta pantalla sea realmente una herramienta y un entorno fecundo y significativo para desarrollar las capacidades de los estudiantes y su participación en la sociedad. ¡Hacia allá vamos!!