Muchas preguntas han surgido en el ámbito educativo respecto al impacto de la televisión y de los medios en el desarrollo cognitivo de los niños y adolescentes y en la configuración y comprensión de la realidad. Con un toque de ironía, Groucho Marx decía: "La televisión ha hecho maravillas en mí, cada vez que alguien la enciende, voy a mi cuarto a leer un buen libro".
También fueron innumerables los planteos en torno al papel de la institución educativa en el ecosistema mediático: ¿el curriculum escolar debe incluir la educación para los medios e la educación en medios? ¿Qué aporta la educomunicación?
José Pérez Tornero (2009), un periodista, profesor y especialista en medios, reconoce la importancia de la alfabetización mediática en los siguientes términos:
"Los retos que suscita este nuevo horizonte son múltiples y diversos. Se trata, sobre todo, de que los ciudadanos puedan desenvolverse cómodamente en un entorno mediático cada vez más cambiante y novedoso y que dispongan, por tanto, de las facultades y capacidades que le permitan apropiarse de él en función de sus intereses legítimos, aprovechando de esta manera todo su potencial informativo, cultural y de entretenimiento.
Por otro lado, se trata también de que los ciudadanos puedan disponer de un conocimiento suficiente y amplio sobre los factores que condicionan el desarrollo de la industria mediática –economía, propiedad, control, poderes, pluralismo, etc.– y potenciar, de este modo, las capacidades de selección, de comprensión crítica y de análisis del discurso mediático y, en esencia, puedan expandir su libertad personal y social.
Finalmente, se trata de desarrollar –con y a través del uso mediático responsable– el sentido de la ciudadanía activa y participativa en los asuntos locales, europeos y globales".