El reconocido filósofo Zygmunt
Bauman esboza una clasificación de los tipos de viajeros que recorren el mundo, según sus intenciones y su comportamiento que evidencian durante sus itinerarios. Sus tipos de viajero son el peregrino, el
vagabundo, el turista y el paseante (flâneur). El peregrino anda siempre a la
búsqueda de algo que se encuentra en otro lugar, por lo que tiene que
desplazarse, mientras que el vagabundo es un nómada que se traslada
constantemente, sus necesidades lo impulsan y le señalan el rumbo, que nunca es
fijo, por lo que tiene una libertad total de movimiento. En oposición al viajero vagabundo, el turista tiene un lugar al cual retornar después de sus recorridos y su trayecto lleva una intención. Para Bauman, el paseante o flâneur sale a
descubrir escenas; cuando relata sus desplazamientos, los países y paisajes son pinturas en las que se
entremezclan el parecer con el ser y las describe así como él las ve, como superficies
o láminas de un libro.
Bauman argumenta "La
aclamada globalización está estructurada para satisfacer los sueños
y los deseos de los turistas. Su efecto secundario -un efecto colateral, pero
inevitable- es la trasnformación en muchos más en vagabundos. Éstos son
viajeros a los que se les niega el derecho de transformarse en turistas. No se
les permite quedarse quietos (no hay lugar que garantice su permanencia, el fin
de la movilidad indeseable) ni buscar un lugar mejor." (Bauman, 1999:
122). Y agrega: "Los
turistas viajan porque quieren; los vagabundos porque no tienen otra elección
soportable." (Bauman, 1999: 122)
Fuente: Bauman, Z. (1998). La globalización. Consecuencias humanas. Buenos Aires: FCE.