Hoy las
tecnologías digitales, multimediales y ubicuas nos abren infinidad de
oportunidades para apoyar y enriquecer los procesos de enseñanza y de
aprendizaje. Estas posibilidades no nos eximen de retomar algunos interrogantes
que atraviesan la relación entre pedagogía-didáctica y tecnologías educativas. En esa línea, nos preguntamos: ¿Cómo tendríamos que analizar la relación entre
el contenido de enseñanza y de
aprendizaje y el contenedor (llámese
libro, videos, software y redes digitales con distintos formatos)? ¿Se trata de
un simple traspaso o transposición de contenidos al medio elegido para
enseñarlo en el aula? ¿O se trata de explorar y evaluar las características,
condiciones y potencialidades de cada medio o recurso tecnológico para optimizar
la enseñanza y el aprendizaje de contenidos curriculares? ¿Cómo afecta el
proceso de aprendizaje si un contenido se aborda desde el texto fijo y
secuencial del libro, o desde un hipertexto multimedial y multimodal, o desde
una animación audiovisual? ¿Qué estrategias docentes tendrán que ponerse en en
juego para alcanzar una relación significativa entre contenido y contenedor?
El
interrogante también alcanza a otros contenedores
como aulas físicas, aulas virtuales, plataformas tecnológicas para la enseñanza,
entornos personales de aprendizaje o sitios web, algunos de los cuales se
propagan con inusitada velocidad en los sistemas educativos superiores.
El punto
crítico de estos debates se focaliza en las razones y principios pedagógicos,
didácticos, comunicacionales y tecnológicos que llevan a las instituciones y a
los docentes a tomar decisiones acerca de los para qué, por qué y cómo será la
relación entre contenidos y contenedores en un determinado campo de
conocimiento y contexto educativo.
Sucede
que muchas veces las imposiciones del mercado del software, la propagación de dispositivos
tecnológicos en el escenario educativo y hasta la idea de innovar sin más, se
convierten en los factores que direccionan la introducción o uso de recursos y
herramientas tecnológicas (contenedores) en el aula, sin que existan espacios
para analizar las propias condiciones socio-culturales y tecnológicas del
contexto y sin mediar la reflexión sobre los criterios epistemológicos y
didácticos que justifican su uso para enseñar y aprender los contenidos
curriculares.
Alentamos
el uso crítico, apropiado y creativo de los contenedores, sean o no tecnologías
de última generación, siempre y cuando se transparente qué tipo de relación pretendemos
establecer entre ellos y los contenidos y el contexto del grupo de alumnos. Se
trata de mirar de modo desencantado lo que hacemos y podemos hacer en los
procesos de enseñanza y de aprendizaje con las distintas opciones tecnológicas
multimediales que están a nuestro alcance.