¿Cómo promover y activar la comunicación y la actividad constructiva en una comunidad de aprendizaje en redes digitales? ¿Podemos pensar que la auto-organización colaborativa de los estudiantes es una práctica frecuente que pone en segundo plano la actuación y moderación del docente? ¿Cuál es la función del docente-tutor en un ambiente virtual de aprendizaje?
Ya hemos
destacado la importancia central de la comunicación en la educación a distancia
y en las comunidades de aprendizaje en red, aspecto que nos lleva a considerar
la pragmática de la comunicación en línea dado que las interacciones y las
actividades se plasman y se expresan predominantemente a través de las
habilidades comunicativas de escritura. En tal sentido, además de la apertura
de sí mismo al otro, de la empatía y del saber expresar sentimientos y
emociones, el docente-tutor buscará las mejores y más efectivas estrategias de
comunicación durante todo el proceso educativo de modo tal que sea posible compartir
condiciones y convenciones específicas, elaborar mensajes claros y comprender y
responder las inquietudes y dudas de los estudiantes. De ello surge que una
tarea esencial y permanente es ofrecer retroalimentación (feed-back) adecuada y
oportuna, lo que implica proporcionar al alumno información pertinente sobre lo
que está haciendo y ser redundante para ayudar a la comprensión de los mensajes
y reorientar sus actividades.
En relación con
la gestión del aprendizaje en red, Garín, Rodríguez y Armengol (20o7), investigadores de la Universitat Autònoma de Barcelona, señalan
que una de las funciones de los docentes es la de constituirse como moderadores de comunidades de prácticas
a través de la cual es posible que generen información, apoyen la construcción
de nuevo conocimiento y promuevan sinergias que conduzcan a transformar la
realidad en la que está inserta la comunidad. Estos autores, como resultado de una investigación, encontraron que los
moderadores desarrollaban diferentes funciones: organizativas (apoyar las
actividades de la red, asegurar la relevancia y calidad de las contribuciones);
intelectuales (analizar las necesidades de debate, buscar información relevante
para aportar a la red); sociales (motivar y promover una cultura de aprendizaje
compartido, mantener la red conectada) y tecnológicas (aprender sobre la
plataforma, utilizar las herramientas, etc.).
Si bien todos los casos de comunidades virtuales de aprendizaje son diferentes por sus condiciones contextuales, organizacionales, curriculares, didácticas y tecnológicas, las conclusiones de estos investigadores pueden inspirarnos en nuevas búsquedas y prácticas.
Para ampliar:
Armengol Asparó,
C. y Rodríguez Gómez (2006). La moderación de redes: algunos aspectos a
considerar. Educar 37, UAB, pp. 85-100. Disponible en: http://www.raco.cat/index.php/Educar/article/view/58022