En un reciente viaje a Valparaíso tuve la oportunidad de recorrer La Sebastiana, una de las tres famosas casas de Pablo Neruda que podemos explorar en Chile. Hace unos años atrás ya había visitado La Chascona en Santiago y, tal como en esa oportunidad, esta vez recorrí la casa imaginándome y palpitando la presencia cotidiana e intensa de Pablo, solo o acompañado, en cada uno de los espacios, habitaciones y rincones. Sus deliciosos muebles, recuerdos de viaje y objetos del comedor, sala de estar, dormitorio y escritorio nos hablan de sus gustos y placeres y de la atmósfera indispensable para la inspiración literaria.
La curiosa arquitectura de la casa como su estratégica ubicación en los cerros de Valparaíso con dominio absoluto del Pacífico Sur, fueron clave para satisfacer la búsqueda de una vivienda que el poeta había pedido a sus amigas Sara Vial y Marie Martner en 1959 en estos términos:
“Siento el cansancio de Santiago. Quiero hallar en Valparaíso una casita
para vivir y escribir tranquilo. Tiene que poseer algunas condiciones. No puede
estar ni muy arriba ni muy abajo. Debe ser solitaria, pero no en exceso. Vecinos,
ojalá invisibles. No deben verse ni escucharse. Original, pero no incómoda. Muy
alada, pero firme. Ni muy grande ni muy chica. Lejos de todo pero cerca de la
movilización. Independiente, pero con comercio cerca. Además tiene que ser muy
barata. ¿Creen que podré encontrar una casa así en Valparaíso?”
¿Por qué el nombre Sebastiana? Fue elegido recordando al arquitecto español Sebastián Collado quien fue el que inició la construcción de este caserón de cinco pisos en el cerro Florida y que no llegó a terminarlo. Hoy Valparaíso, declarado por la UNESCO como Patrimonio histórico de la Humanidad en 2003, nos encanta con su pintoresca arquitectura que trepa sobre los cerros en intrincadas calles con vistas insuperables al Pacífico y al puerto más activo del país vecino.