Hace 51 años, la
UNESCO proclamó oficialmente el 8 de septiembre como Día Internacional de la
Alfabetización, con el fin de movilizar a la comunidad internacional y fomentar la
alfabetización como instrumento para empoderar a las personas, las comunidades
y las sociedades.
La perspectiva de la alfabetización se encuadra en la creación de
oportunidades de aprendizaje a lo largo de toda la vida, con especial atención
a los jóvenes y adultos, y tiene estrecha vinculación con el desarrollo sostenible que se propone “garantizar una educación inclusiva,
equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la
vida para todos”.
En la sociedad contemporánea en donde las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) permean e influyen cada vez más sobre los modos de aprender, conocer, interactuar y vivir de los pueblos, la alfabetización no puede desconocer la importancia de construir la ciudadanía digital que posibilite a los sujetos desarrollar capacidades y competencias para el uso crítico y reflexivo de las tecnologías que remitan a nuevos modos y lenguajes de expresión, participación y producción de ideas y proyectos.
En esa línea, Área y Pessoa (2012) sostienen:
La alfabetización
debe representar un proceso de desarrollo de una identidad como sujeto en el
territorio digital, que se caracterice por la apropiación significativa de las
competencias intelectuales, sociales y éticas necesarias para interactuar con
la información y para recrearla de un modo crítico y emancipador. La meta de la
alfabetización será desarrollar en cada sujeto la capacidad para que pueda
actuar y participar de forma autónoma, culta y crítica en la cultura del
ciberespacio, y en consecuencia, es un derecho y una necesidad de todos y de
cada uno de los ciudadanos de la sociedad informacional.