Arde la selva
amazónica y su biodiversidad tan magnífica como única. En las últimas semanas
el dato de los 9.000 incendios forestales de la Amazonia, uno de los pulmones
de nuestro planeta, nos conmovió por sus trágicas consecuencias para todas las
especies que viven en ella. Es que la Amazonia alberga la mayor extensión de
bosque pluvial tropical que queda en nuestro planeta y que cumple un papel vital
en la regulación del clima mundial, la purificación del agua y la absorción de
carbono.
Esta inmensa zona
natural compartida por Brasil, Bolivia, Perú, Paraguay, Colombia y Ecuador, sigue
perdiendo cada año enormes extensiones de selva ya que, según National
Geographic, los incendios en su mayoría son provocados intencionalmente a fin
de despejar tierras para la cría de ganado, la agricultura y la explotación
forestal y se agravan por la estación seca. De acuerdo con el Instituto
Nacional de Investigación Espacial (Instituto Nacional de Pesquisas Espaciais,
INPE), hoy la selva tropical más grande del mundo está ardiendo en masa, con un
aumento del 80 por ciento respecto del mismo período del año pasado.
Aún no sabemos
las consecuencias de estos incendios para la vida de miles de mamíferos,
reptiles, anfibios y especies de aves y para las 420 comunidades de pueblos
originarios que habitan la Amazonia y que dependen de sus recursos para cubrir
sus necesidades.
Pero es indudable que es hora de reclamar y buscar el consenso
de los dirigentes internacionales para generar políticas sostenibles y soluciones
urgentes que protejan la Amazonia ante la ambición irrefrenable de las
explotaciones forestales, agrícolas, mineras y petroleras que se instalan en la
región. También es tiempo de pensar y crear oportunidades de desarrollo y crecimiento
para las comunidades afectadas por los incendios que han generado métodos para
cultivar y vivir en armonía con la biodiversidad amazónica.
Fuentes: