Desde la aparición del libro de Daniel Goleman "Inteligencia Emocional",
distintas disciplinas científicas han asumido y estudiado el valor de las
emociones para un desarrollo pleno del ser humano, considerando así el conjunto
de habilidades entre las que se destacan
el autoconocimiento, el autocontrol, el entusiasmo, la empatía, las habilidades sociales, la perseverancia y la capacidad para
motivarse a uno mismo. Si bien gran parte de esas dimensiones de la
inteligencia emocional pueden ser atribuidas a la herencia genética y a la socialización experimentada en la primera infancia, diferentes investigaciones concluyen que la educación ejerce un rol importante para su aprendizaje y desarrollo significativo, a través de la acción de instituciones, estrategias y métodos apropiados.
En esa línea, compartimos el artículo Aproximación crítica a
la Inteligencia Emocional como discurso dominante en el ámbito educativo,
de David Menéndez Álvarez‑Hevia (publicado en la Revista
Española de Pedagogía, 76 (269), 2018), que presenta un análisis
crítico de la Inteligencia Emocional como discurso dominante, a través del cual
se concretan formas de entender, gestionar y aprender sobre las emociones en el
ámbito educativo.
En la primera parte el autor discute el reciente interés por lo
emocional y cómo la popularidad de las ideas asociadas a la Inteligencia
Emocional viene dada por su capacidad para asociarse con otros discursos de
gran influencia que emergen desde las ciencias del cerebro (neurología,
psicología cognitiva, etc.). Como parte de esta discusión se cuestionan algunas
de sus cualidades principales como son su neutralidad, su potencial para
transcender planteamientos dualistas que imperan en las concepciones
tradicionales, así como su propuesta de cambio de paradigma.
La segunda parte del artículo examina la presencia e
implicaciones del discurso de Inteligencia Emocional en el contexto educativo a
través de los mecanismos de medición de inteligencia emocional y los programas
de educación o alfabetización emocional. También se discute la importancia de
las implicaciones emocionales para los educadores, a la vez que se trata la
problemática asociada al poder subjetivador de dicho discurso. Para concluir, el
autor expone argumentos que invitan a reflexionar y explorar formas
alternativas de entender y plantear lo emocional y la educación emocional.
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