
Más allá de esta
situación propia de la cultura digital en la que todos participamos en mayor o
menor grado, las TIC son los vehículos más adecuados y robustos para que la
educación tenga continuidad superando las barreras de tiempo y espacio, sin
perder terreno en la comunidad. Y en este contexto la educación a
distancia es el camino y la estrategia flexible y versátil que nos permite
establecer o re-tomar la comunicación entre docente y alumnos, a través de
medios sincrónicos y asincrónicos, en torno a los objetivos de aprendizaje y
contenidos de cada nivel.
En medio de este
panorama que urge para no perder las semanas de clases, la educación a
distancia requiere de una serie de acciones específicas que son indispensables
para la planificación y organización de las aulas virtuales, y para el diseño, la producción y la distribución de las guías y módulos de actividades de
aprendizaje, materiales de estudio, recursos multimodales, fuentes bibliográficas, entre otros.
Asimismo, se pondrán en juego las herramientas para la comunicación y la
interacción virtuales de modo que los alumnos se sientan acompañados,
orientados, guiados y asesorados en esta nueva forma de aprender. Los docentes
también estarán involucrados en nuevas formas de enseñar y de interactuar, en
donde las mediaciones didácticas, comunicacionales y tecnológicas serán clave
para que los procesos educativos encuentren fluidez, despierten entusiasmo e
interés, y muestren logros esperados.
Si bien la educación
a distancia constituye una opción pedagógica y didáctica apropiada para jóvenes
y adultos que ya cuentan con capacidades y habilidades asociadas a la autonomía en el aprendizaje y al estudio independiente, hoy la crisis sanitaria justifica la adopción de
esta modalidad para la educación primaria y secundaria, tomando los
recaudos y las previsiones acordes a los perfiles de niños y adolescentes.