La historia y trayectoria de la educación a distancia siempre estuvo vinculada a las tecnologías, sean éstas simples o complejas: la educación por correspondencia utilizaba los materiales impresos y la vía postal para sostener la enseñanza y el aprendizaje, luego la educación por radio, televisión aportaron lo suyo, hoy la informática y las redes digitales cuentan con múltiples y avanzadas herramientas que configuran un potencial universo al servicio de una formación abierta, inclusiva y de calidad.
Ahora bien, ¿podemos hablar de diferentes generaciones de educación
a distancia no sólo por la tecnología adoptada sino también por el potencial
pedagógico, comunicacional y didáctico que han planteado y plantean? ¿Hoy, con
el mayor caudal y potencial tecnológico, es posible exigir y esperar una
educación a distancia de excelencia, inclusiva y abierta? ¿Cómo se fusionan y
relacionan la pedagogía y la tecnología en la educación a distancia?
En un intento de articular ambos componentes, Anderson (2009) afirma que pedagogía y tecnología se entrelazan en un baile, en el que la tecnología marca el ritmo y crea la música, mientras que la pedagogía decide los movimientos. Algunas tecnologías pueden surgir como respuesta a las demandas pedagógicas y, a la vez, los avances tecnológicos permiten un mayor desarrollo de diferentes modelos de aprendizaje. Esta relación colaborativa entre la tecnología y la pedagogía llevó a Anderson y Dron (2011) a proponer una clasificación alternativa, en la que señalan tres generaciones de pedagogía a distancia en función de los modelos pedagógicos dominantes en cada época.
La primera generación se apoyó en la pedagogía cognitivo-conductual, que se desarrolló durante la segunda mitad del siglo XX, y en las tecnologías que permitían la comunicación mediante medios impresos o audiovisuales, por lo que el papel del estudiante era mayoritariamente pasivo en tanto se limitaba a ver y a escuchar. No obstante, es posible destacar el avance pedagógico que supuso el enfoque cognitivista con sus aportes sobre la adquisición del conocimiento y las estructuras mentales internas y el énfasis en la necesidad de lograr que los estudiantes adquieran conocimientos significativos mediante la reconfiguración de sus esquemas mentales.
La segunda generación se basa en los enfoques constructivistas que se centran en el proceso de construcción de conocimiento, asignan al alumno un papel más activo e inciden en la importancia de crear un entorno de aprendizaje en contraposición a la hegemonía del estudio individual. Esta perspectiva pedagógica se hizo presente en la educación a distancia con el potencial de herramientas como el correo electrónico, Internet y los teléfonos móviles, que permiten la comunicación multidireccional de todos los actores.
Por último, la tercera generación se basa en la pedagogía conectivista (Siemens, 2009), según la cual el aprendizaje posibilita crear redes de información, contactos y recursos dirigidos a la construcción de conocimientos. El conectivismo asume que la información está disponible y que el papel del estudiante no es memorizar sino tener la capacidad de encontrar y aplicar el conocimiento cuando sea necesario.
Fuente:
Anderson, T. y Dron, J. (2011). Tecnología para el aprendizaje a través de tres generaciones de pedagogía a distancia mediada por tecnología. En Revista Mexicana de Bachillerato a Distancia, N° 6, año 3, agosto de 2011.