El investigador y profesor Tony Bates, referente notable en el campo de la educación y las tecnologías, publicó un artículo en su blog en el que expone sus predicciones
sobre el futuro de la educación superior hasta el año 2020. Aquí compartimos sus percepciones:
La desaparición del aprendizaje en línea como algo separado. En el 2020 ya
no se hablará del aprendizaje en línea como tal, puesto que estará tan
integrado con la enseñanza y el aprendizaje en general que sería como si ahora
hablásemos sobre usar aulas. De hecho, arguye Bates, puede que entonces
hablemos mucho más, en comparación, sobre aulas y campus: qué función tendrán entonces,
cuándo y para qué usarlas, etc.
Menos universidades y mayor flexibilidad. Es posible que algunas
universidades desaparezcan o se transformen radicalmente, sobre todo las de
menor tamaño y/o las que tengan mayor competencia en áreas metropolitanas. Desde
luego no es probable que se construyan nuevos campus. Por otra parte, las
titulaciones y programas se diseñarán para permitir una mayor flexibilidad de
acceso, de forma que el estudiante pueda decidir estudiar en el campus, a
distancia, o combinando ambas modalidades. Todo esto no sucederá tanto por
decisiones políticas como por cambios de hecho ("students voting with
their feet, or mouses").
Contenidos modulares, de acceso abierto, y distintos niveles de servicio y
tasas. La mayoría de los contenidos serán abiertos y modulares, y las
instituciones podrán acomodarlos en distintos tipos de cursos y programas. La
mayoría de las universidades tendrán un portal de educación abierta, que
ofrecerá no sólo contenidos sino también ciertos servicios, como parte de una
estrategia de captación. En cualquier caso, ya no se pagará por los contenidos.
Las universidades intentarán diferenciarse y especializarse: clases en el
campus para grupos reducidos, programas de bajo costo dirigidos a la obtención de
empleo y financiados por las empresas, estudios de alta calidad sólo online,
etc.
Los cursos ya no consistirán en impartir clases. Las clases se pueden
grabar y distribuir por Internet muy económicamente. Además, cada vez se usarán
más los vídeos dinámicos, con simulaciones, animación, etc., y los libros de
texto incluirán también este tipo de contenidos multimedia, así como
actividades y la organización y la interpretación de los materiales que daban
sentido a las clases. En conjunto, el rol del profesor se inclinará hacia la
tutorización, y predominarán el aprendizaje basado en proyectos, el aprendizaje
colaborativo y situado, y el aprendizaje experimental. Las clases estilo
conferencia seguirán existiendo sólo como actividades especiales, útiles para
que el profesor se presente, transmita sus intereses y entusiasmo y motive
a los estudiantes. Generalmente se grabarán y se difundirán sincrónica y
asincrónicamente.
Adiós al examen escrito, y demos la bienvenida a la implementación final
del aprendizaje permanente. Los exámenes escritos serán reemplazados por
portafolios multimedia, que mostrarán no sólo el nivel de conocimientos y
competencias en un momento dado, sino también el progreso a lo largo del tiempo
y otras habilidades importantes de tipo general (comunicativas, trabajo en
equipo, etc.). Los títulos y certificados se complementarán con evaluaciones
del aprendizaje informal o no formal (por ejemplo mediante badges). Crecerá el
mercado del aprendizaje permanente, en el que las universidades competirán con
las empresas. Sin embargo, una parte de ese mercado lo ocuparán las comunidades
de práctica y el autoaprendizaje, sobre la base de la evolución de lo que ahora
son los cMOOC.
Nuevos modelos de financiación. Puesto que la mayoría de los contenidos
estarán libremente disponibles, y que se ofrecerá a los estudiantes una gama
flexible de servicios, será necesario desarrollar nuevos esquemas de
financiación. Lo más probable es que se abandone la financiación por número de
matrículas y que los estudiantes paguen según los servicios. La financiación de
la docencia y de la investigación seguirán separándose. Todo esto traerá
ventajas e inconvenientes. Por ejemplo, habrá una presión para adoptar los
modelos económicamente más eficientes, es decir, los que excluyen la presencialidad.
Formación sistemática del profesorado. Puesto que los contenidos serán
libres y gratuitos, la reputación de una universidad dependerá de la
tutorización y el apoyo a los estudiantes. Esto conducirá a mayores
requerimientos de formación pedagógica y a la evaluación del profesorado.
Nuevos modelos de organización y toma de decisiones. En el contexto
esbozado, se impondrá una mayor planificación de los programas y la enseñanza
en equipo. Además de un profesor investigador responsable y de sus ayudantes
docentes, se requerirá el asesoramiento pedagógico y tecnológico de éstos, la
participación de especialistas en diseño web y multimedia, y eventualmente la
contratación de profesores adicionales para tutorizar y evaluar a los
estudiantes.
La protección de la privacidad de los estudiantes y la seguridad de los
datos se complicarán cada día más. Los estudiantes utilizarán sus propios
dispositivos, los servicios se alojarán en la nube, y habrá cada día más
empresas y gobiernos interesados en acceder a sus datos, por motivos
comerciales o de seguridad nacional.
El futuro depende de nuestras elecciones y decisiones. Para terminar, Tony
Bates subraya que con estas predicciones sólo pretende identificar tendencias
en el plazo de cinco a diez años, y que hay muchas decisiones que tomar, a
todos los niveles: desde los estudiantes hasta los gobiernos, pasando por el
profesorado y las universidades como tales.
Blog de Tony Bates: