Coincidimos en que la educación
es formación de la persona y preparación para la vida plena. Ahora bien, en
tiempos de cambios, mutaciones y transformaciones en el mundo científico-tecnológico,
laboral, profesional, económico, político y social, nos preguntamos: ¿Qué tipo
de capacidades, competencias e inteligencias son las más apropiadas para
afrontar y resolver los problemas de la vida contemporánea?
Ante este dilema, Howard
Gardner en su libro Las cinco mentes del
futuro (2008, Barcelona, Paidós) describe distintos tipos de mentes que toda
persona tendría que cultivar en el futuro y, con ánimo de desarrollar su pensamiento, este autor traza una evolución desde el pasado hasta la actualidad sobre la educación
adquirida por los hombres. Las cinco mentes que él describe parten de la
premisa de que la educación y formación podrán crear personas con estas
mentalidades.
Las cinco mentes, en forma
resumida, presentan los siguientes rasgos:
La
mente disciplinada: la mente del futuro debe ser disciplinada en
dos sentidos: en primer lugar, debe dominar las principales formas distintivas
de pensar que ha creado el ser humano, la ciencia, las matemáticas y la
tecnología, pero también la historia, filosofía y las artes. En segundo lugar,
ha de dominar diversos medios para ampliar su formación.
La
mente sintética: ante situaciones de información excesiva,
deberemos ser capaces de resumirla con precisión, de una forma productiva y
hacer que nos sea útil.
La
mente creativa: en el futuro, prácticamente todo lo que esté
regido por reglas se hará con mayor rapidez y precisión mediante el uso de computadoras.
Por ello, se tendrá en cuenta a las personas capaces de descubrir nuevos
fenómenos.
La
mente respetuosa: siempre ha sido deseable educar a las personas
para que por lo menos sean tolerantes con quienes tienen un aspecto o
comportamiento diferente. Si no podemos aprender a convivir con los demás, el
planeta pronto quedará despoblado.
La
mente ética: la ética se ocupa de la forma de la sociedad.
Debemos educar e inspirar a los jóvenes para que deseen vivir en un mundo
marcado por la integridad, guiado por el desinterés y para que estén dispuestos
a asumir la responsabilidad de lograr este objetivo.
Ante este planteo, comparto estas
preguntas para la reflexión: ¿Qué hacemos como sociedad y desde las
instituciones educativas para lograr el desarrollo de las cinco mentes
necesarias para un futuro en el cual se destaquen valores como la extensión de
derechos, el pluralismo, la integración, la justicia y la solidaridad? ¿Cómo nos imaginamos la escuela que se inscribe en este paradigma? ¿Los objetivos, contenidos, estrategias y actividades educativas se alinean y abonan el desarrollo de personas disciplinadas, sintetizadoras, creativas, respetuosas y éticas que reafirmen y aprovechen sus cualidades, necesidades y talentos?